miércoles, 26 de agosto de 2015

Trabaje y Viva

Papá era un hombre trabajador que repartía pan como forma de sostener a su esposa y a sus tres hijos. Pasaba sus noches, después del trabajo, asistiendo a clases, esperando mejorar y así hallar algún día un mejor empleo. Excepto los domingos, papá casi no comía con su familia. Trabajaba y estudiaba muy duro porque quería darle a su familia lo mejor que el dinero pudiese comprar.
Cuando la familia se quejaba de que no pasaba suficiente tiempo con ellos, él razonaba que estaba haciendo todo eso por ellos. Sin embargo, a menudo añoraba invertir más tiempo con su familia.
Llegó el día en que se anunciaron los resultados de los exámenes. Para su gozo, papá pasó ¡y de manera sobresaliente! Pronto, después de eso, se le ofreció un buen empleo como supervisor en el que le pagaban muy bien.
Como un sueño hecho realidad, papá ahora podía darse el lujo de darle a su familia algunos "lujitos" como buena ropa, buena comida y vacaciones fuera del país.
Sin embargo, la familia siguió sin poder ver al padre la mayor parte de la semana. Continuó trabajando muy duro, esperando ser propuesto o ascendido a la posición de gerente. De hecho, para aumentar sus méritos como candidato a la promoción, se matriculó en otro curso en la universidad a distancia.
Una vez más, cuando la familia se quejaba que no pasaba suficiente tiempo con ellos, razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando pasar más tiempo con su familia.
El trabajo duro de papá rindió fruto y fue ascendido. Jubiloso, decidió emplear a una criada que ayudase a su esposa con las labores domésticas. También sintió que su casa de tres habitaciones no era lo suficientemente grande, que sería bueno para su familia poder disfrutar de las facilidades y comodidades de un condominio. Habiendo experimentado las recompensas de su duro trabajo anteriormente, Papá decidió continuar sus estudios y trabajar para ser promovido nuevamente, y la familia siguió sin poder verlo mucho. De hecho, a veces Papá tenía que trabajar los domingos para atender a clientes. De nuevo, cada vez que la familia se quejaba de que no gastaba suficiente tiempo con ellos, él razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando invertir más tiempo con su familia.
Como se esperaba, el trabajo duro de papá volvió a pagar dividendos y se compró un hermoso condominio frente a la costa de Singapur. La primera noche de domingo en su nuevo hogar, papá declaró a su familia que había decidido no tomar más cursos y buscar nuevas promociones y que, a partir de ese momento, iba a dedicarle más tiempo a la familia.
Pero papá no despertó la mañana siguiente.
La historia halla eco en millones de vidas alrededor del mundo, ¡en especial en occidente!  Es como si nos hubiésemos dejado engañar por el “canto de sirena” que nos promete felicidad, en la medida en que escalamos en la carrera o hacemos crecer el negocio. Si bien aquello no es, de ninguna manera, algo malo, el dejar de lado las cosas realmente importantes de la vida por lograrlo habrá de resultar, tarde o temprano, en vidas vacías… no sólo las nuestras sino las de aquellos que nos rodean y nos toman como su modelo.  Todos tenemos fecha de partida de este mundo, aunque no la conocemos; ¡hagamos el mejor uso de nuestro tiempo a este lado del cielo!  Si nos falta sabiduría al respecto, pidámosela a Dios… ¡quien sabe darla en abundancia y sin reproche!  

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