sábado, 20 de junio de 2015

¿Tengo resentimiento?

EFESIOS 4.31, 32 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia.  Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como DIOS también os perdonó a vosotros en Cristo.” (RV 1995)
resentimientoUna de las actitudes más destructivas, si no la más destructiva que puede exhibir un cristiano es el odio. ¿Cómo es posible que la luz salvadora de Jesucristo pueda brillar en una vida repleta de odio, ira y malevolencia? ¿Y qué imagen de Cristo proyecta este tipo de persona al mundo incrédulo?
El odio es un fallo absoluto en nuestra actitud cristiana, la cual estamos llamados a demostrar. Sin embargo, incluso en las iglesias, no es muy difícil encontrar personas que rebosan hostilidad. ¿De dónde viene ésta?
Una de las razones clave para que algunos creyentes sean propensos al odio es su incapacidad de perdonar a quienes los han herido, especialmente cuando ese trato fue inmerecido.
Estudiemos el odio. Piensa en alguien que te hirió en el pasado, y considera si . . .
  1. No puedes librarte del recuerdo de ese alguien. ¿Vuelve a repetirse la escena en tu mente una y otra vez?
  2. No puedes desearle bien a ese alguien en particular. ¿Deseas realmente lo mejor para una persona que te ha herido?
  3. Deseas que esa persona sufra lo mismo que tú.¿Deseas interiormente, que esa persona experimente el mismo dolor que tú sentiste?
Si estas preguntas han revelado alguna animosidad oculta en tu corazón, no concluyas este estudio de ti mismo, hasta que medites en Efesios 4.31, 32 (NVI) :
Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”
Lee el pasaje en voz alta. Personalízalo en una oración, y deja que el Espíritu Santo de DIOS limpie tu corazón de odio, dándote poder para perdonar una vieja herida.
Padre Celestial. Quita de mí todo dolor, ira y enojo que yo sienta hacia alguna persona que me ha herido. Ayúdame a perdonarla y que toda mi actitud hacia esa persona sea de amor y comprensión. Gracias Señor. En el nombre de Cristo, amén.

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