En este pasaje Ester “se la jugó” porque tenía que denunciar a Amán un hombre malvado; Amán representa todo lo que nos quiere lastimar, y quiere matar todos nuestros sueños (casarnos, tener hijos, estudiar, etc.).
Hay momentos, decisivos en la vida, en los que no hay tiempo para “sentir”, en los que solo hay que actuar creyendo en las promesas de Dios.
Las mujeres solemos tomar muchas decisiones; quizá hoy hayas decidido varias cosas, por ejemplo, levantarte temprano, ir a pagar las cuentas al banco, hacer las compras, pasar a buscar a tus nietos por el colegio, cocinar esa receta que tenías guardada, programar un viaje; pero, el caso es que para ti, no es problema tomar decisiones. Aunque a veces digas: “No sé”, “no puedo”, “me cuesta”, eres una mujer decidida y sabes buscar aquello que crees que te falta, que puede que hayas dejado olvidado en algún lugar de tu vida.
Pero repito, el problema no está en el hecho de que tomes decisiones, sino en que éstas sean buenas y lo hagas de una forma rápida. Porque cada vez que tomes una buena decisión vas a obtener un buen resultado, y esto te va a motivar para que sigas tomando buenas decisiones cada vez con mayor rapidez.
Cuando estés a punto de tomar una decisión difícil, dile a Dios: “Señor, dame sabiduría para tomar esta decisión, saber con quién tengo que hablar y cuál es el momento correcto”. Lo único que Dios te pide es que estés dispuesta a confiar en Él y que uses tu fe. Todos los días tomamos muchas decisiones, pero hay algunas que determinarán nuestro futuro. Salmos 81:10 dice: “Abre tu boca y yo la llenaré” y Jueces 6:14 ordena: “Ve con la fuerza que tienes”. Estas son palabras con las que el Señor nos impulsa.
Deja a un lado los prejuicios y avanza, porque Él abrirá tu boca y la llenará con palabras de sabiduría.
A la vida hay que ponerle resistencia porque si no, te pasa por encima y te lastima. Ponle resistencia a ese problema económico, de pareja o con tus hijos tomando buenas decisiones.
Después de distribuir toda la tierra prometida, Josué les preguntó a las tribus israelitas que aún no habían tomado sus territorios: “¿Hasta cuándo van a esperar para tomar posesión del territorio que Dios ya les otorgó?”
Es la misma pregunta que Dios te hace: “¿Hasta cuándo vas a esperar para tomar esa buena decisión que te va a aliviar la carga, que te va ayudar a salir adelante? Dios ya te entregó lo que es tuyo, así que anda, busca y conquista el territorio porque tienes capacidad y recursos para lograrlo.
Ester, cuando conoció a Asuero, entró al palacio como una plebeya y salió como una reina. De lo que se extrae una enseñanza: nunca menosprecies un encuentro con tu Dios, nunca menosprecies una pequeña reunión, nunca menosprecies una alabanza, porque esa alabanza puede cambiar tu vida ciento ochenta grados, porque cuando valoras el encuentro, cuando valoras una oración de un minuto, como Elías, puedes hacer caer fuego del cielo; y cuando estás hablando con tu Dios a solas no es una reunión más, supone la reunión del encuentro con tu rey, habrás entrado de una manera pero te irás de otra totalmente distinta.
Cuando somos débiles en tomar decisiones determinantes para nuestra vida y la de quienes amamos, y renunciamos a ellas sabiendo que nos beneficiarán, es seguro que otros las tomarán por nosotros.
Por eso no debemos tomar decisiones por sentimientos, sino porque creemos en las promesas de Dios. Tampoco debemos ser influenciados; lo que piensas tú es un asunto tuyo, y lo que los demás piensen es un asunto de ellos. Y no es bueno ir por la vida buscando que nos admiren. No intentes demostrar nada a nadie, que por ganar una batalla no pierdas una guerra. Ponte siempre “de rodillas” delante de Dios, para estar “de pie” delante de los hombres. Porque si lo haces al revés terminarás siendo una esclava, y tu ADN dice que eres una reina.
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