viernes, 30 de enero de 2015

Momentos con Dios

“Envía tu luz y tu verdad; estás me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”.
(Salmos 43:3-4)
¡Amo el libro de los Salmos! Quedo cautivado, extasiado y sin palabras, cuando me adentro en esas hermosas composiciones que escribieron diferentes salmistas, aunque entre ellos, el más destacado es David. Me gusta percibir, a través de esos versos, de los clamores, plegarias y cánticos, la confianza que ellos tenían en la fidelidad y el amor de Dios. La sencillez y transparencia de sus almas sabían reconocer cuándo necesitaban de la misericordia y el perdón de Dios, y también cuándo era el momento indicado para alabarle, invocarle y decirle cosas hermosas al oído de Dios.
Tú y yo debemos procurar a diario entrar al monte, al altar de Dios. Y el altar mayor está en nuestro corazón y lo abrimos, cuando en oración nos postramos y adoramos a ese Ser que nos dio la vida y que continuamente, hace maravillas y cosas increíbles en nosotros; cuando le cantamos, cuando pedimos su dirección y guía para las cosas que vamos a hacer, cuando le consultamos sobre nuestras más anheladas aspiraciones. Y Él nos envía su luz, su sabiduría, y nos hace conocer las cosas que tiene para nosotros. Él nos hace entender siempre que sus caminos y pensamientos nos llevarán más lejos de lo que imaginábamos.
Hoy tal vez, no tengas un arpa, violín o algún instrumento musical (aunque si lo tienes y lo sabes tocar, considérate un privilegiado/a). Pero puedes hacer una adoración pura, sincera, de agradecimiento, de amor para tu Padre Celestial y Él está ansioso por recibirla. Él quiere escuchar tus palabras, desea sentir esa adoración que hace que los ángeles celebren y se gocen al ver que entiendes que tienes un privilegio que ellos no tienen, porque eres redimido y comprado a precio de sangre preciosa. Porque tienes un valor tan estimado para tu Creador, que dio lo más preciado para que fueras salvo y tuvieras conexión y comunicación con Él.
No te olvides nunca de lo importante que es pasar tiempo con tu Padre a solas, en oración, comunión y adoración. Recibirás bendiciones maravillosas que Él tiene reservadas solamente para ti, y te mostrará cosas grandes y secretos maravillosos que aún desconoces.

QUE DIOS SEA LO PRIMERO EN NUESTRAS VIDAS Y QUE LUEGO VENGAN LAS DEMÁS COSAS.


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