Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain, fue un escritor nacido en Florida, Misuri, Estados Unidos. Escribió obras muy exitosas como “El príncipe y el mendigo”, “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn.”
Todo comenzó en 1847. Al cumplir los 11 años, Mark dejó la escuela para comenzar a trabajar en la imprenta de un periódico local. Poco a poco llegó a cargos más importantes, y a los 19 años, por primera vez, publicó en el mismo periódico algunas tiras cómicas y relatos de viajes. Pero no fue hasta 1876, cuando logró consolidarse como un escritor de renombre.
Las alabanzas lo perseguían por doquier y sus ingresos eran bastante altos. Sin embargo, toda esa fama no evitó que se enfrentara a diversos problemas; por ejemplo, nunca fue un administrador eficiente y sus inversiones nunca dieron resultado, haciendo que sufriera grandes pérdidas. Tuvo que enterrar a varios de sus seres queridos y, al convertirse en un firme partidario de la abolición de la esclavitud, logró conseguir más enemigos y el abandono de muchos de sus amigos.
En esos momentos de pena y dolor, Mark se refugiaba en la lectura de libros de historia, filosofía y poesía. En algunos comentarios de su vida, él mismo reconoció que su pensamiento cambió y se desarrolló a lo largo de su vida, con el apoyo de grandes escritores amigos.
Uno de estos comentarios, escrito por él en un periódico local decía:
“Cuando terminé la lectura del libro “la Revolución Francesa”, yo era semejante a la sociedad acomodaticia; pero una vez que lo he vuelto a leer, veo todo de forma diferente. He sido influenciado y he cambiado, poco a poco, mi vida y mi entorno, y ahora, cuando cojo el libro una vez más, ¡reconozco que soy pobre! Pero no un pobre debilucho o de poco carácter, sino uno fuerte.”
La revolución francesa fue el principio de muchas otras revoluciones que seguirán su ejemplo. Pero el relato de cada historia individual, de cada vida que participó en esa revolución, fue lo que inspiraba a Mark cuando ya no tenía fuerzas, cuando sentía que estaba al borde de la bancarrota, cuando era invadido por la pena de cada familiar que enterraba, cuando los amigos lo abandonaban o cuando reciba amenazas por defender sus ideales. En esos momentos encontró refugio en las valientes historias que leía. Eran como un refugio.
Muchos libros a lo largo de la historia, motivaron a hombres de todas las clases sociales; desde los que leen en la comodidad de un escritorio, hasta los que hojean viejas paginas dentro de un calabozo. La fuerza que se encuentra en cada palabra puede cambiar el modo de pensar de quien hace suyas esas palabras.
Pero entre tantos libros escritos, la Biblia se destaca por ser el único libro que continúa siendo actual con el paso del tiempo, sigue siendo moralmente correcta, literariamente exquisita y científicamente sin errores.
Tras incontables generaciones, al hojear sus páginas y describir a Dios hablando en cada escrito, el hombre no solo encuentra un motivo de inspiración, sino que, posiblemente, experimenta un cambio radical en su vida. En otras palabras: sigue siendo el mejor refugio para quien necesita fuerza, dirección, libertad, ánimo y consuelo.
“Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna.” Juan 6:68 Versión DHH
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