miércoles, 27 de agosto de 2014

¿Preocupado? Pues ore a Dios

“Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?”(Mateo 6:30. NTV)

Iba de camino a casa, y cuando ya estaba muy cerca del apartamento, recordó que no traía el pan para el desayuno. Su esposa insistió varias veces sobre el asunto. “De camino a casa, tráelo. No lo olvides, querido”, le dijo, enfatizando las tres palabras que ahora le inquietaban: “No lo olvides…”
Detuvo el coche en una calle cercana. Pasaban ya las nueve de la noche, ¿regresaría al Centro Comercial? Realmente estaba cansado. Lo que le inquietaba era la reacción de su esposa, se pondría molesta. Estaba cansado y decidió seguir adelante.
Rosa María lo recibió con una enorme sonrisa. Él pensó: “Si se da cuenta que no traje el pan del desayuno, su sonrisa se borrará del rostro.” Y se lo dijo. Esperó qué diría ella. La mujer simplemente sonrió y le excusó: “Todo se puede resolver, querido, mañana haremos panecillos tostados” de molde. Y pasó a otro tema.
Child PrayingCarlos respiró tranquilo, dejó los papeles que traía de la oficina en una mesita y se dispuso a disfrutar de la cena. ¡Nada de lo que temía había ocurrido!
¿Qué es lo que nos impide vivir plenamente? Sin duda, las preocupaciones. La lista es enorme: el alquiler, el colegio de los hijos, la cuota del coche que se compró hace tres años, si se rompe una tubería, la estabilidad en el empleo… La lista puede ser infinita.
¿Por qué ocurre esto? Porque deseamos tener siempre controladas todas las cosas. No queremos aceptar que “alguien más” tenga todo bajo su dominio, aunque ese alguien sea Dios. Las preocupaciones son el mal de nuestro tiempo, causante de enfermedades y muertes, muchas más de las que imagina anualmente.

Pero, ¿qué dice Dios respecto a las preocupaciones? Si pudiéramos sentarnos en el Despacho celestial para llevarle a Dios esa preocupación que no nos deja dormir, nos repetiría las palabras que enseñó el Señor Jesús hace más de dos mil años: “Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida? ¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa; sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos. Si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?”(Mateo 6:25-30. NTV)
“La mayoría de los que profesan ser cristianos saben que es necesario orar pero, por alguna razón, no lo hacen. Y cuando oran, realmente no entienden lo que están haciendo ni cómo funciona… Muchos de los hijos de Dios no oran, excepto en casos de emergencia o cuando se les pide que lo hagan, porque no todos creen que sus oraciones harán la diferencia.” B.J. Willhite. 
Los creyentes sabemos que existe un Dios. Lo leemos en todas partes, escuchamos de Él en todo momento, pero: ¿Creemos realmente en Él? Esa pregunta es la que marca la diferencia en la existencia de una persona, porque si creemos en Él, depositaremos toda nuestra confianza en que puede proveer para nuestras necesidades.
¿Hay preocupaciones en nuestra vida? Pues llevémoslas a Dios en oración. Si lo hacemos, la respuesta vendrá. Él responderá con poder. Y aún más, si no respondiera de inmediato, debemos seguir perseverando... o desistiremos. O puede que aquello que le pedimos no sea lo que nos conviene.
Basta que creamos que Dios puede hacerlo, es decir, responder a nuestras oraciones por las necesidades que tienden a convertirse en preocupaciones. Simplemente ir al Padre y entregar en sus manos aquello que nos amenaza y afecta nuestra vulnerabilidad como creyentes. ¿Fácil de creer? No, no lo es, pero progresivamente, en la medida que deseche todo pensamiento de duda y se decida a creer, podrá dar pasos firmes en esa dirección, la de ver milagros en todo momento de su existencia.

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