miércoles, 19 de marzo de 2014

Perdonar es vivir

El perdón comienza por uno mismo. Con darse la oportunidad de sanar y empezar de nuevo. 
Si soy capaz de perdonarme, es muy probable que perdone a los demás.
Perdonar es una parte muy importante de vivir la vida en serenidad y equilibrio. Nace en creer que la mayoría de las personas no tiene la intención natural de hacer daño. Las personas suelen cometer errores, porque su pasado y las circunstancias les llevan a actuar de determinada manera.
¿Realmente has querido hacer daño de forma intencionada? A un gran porcentaje de las personas no le ocurre de ese modo. Pero aunque es probable que tú hayas causado dolor, es casi seguro que no tenías intención planeada de hacerlo.
No perdonar es como dormir todos los días con una enorme bolsa de basura al lado, pero a eso añadámosle que esa basura, con el paso del tiempo, se va dañando cada día más. No perdonar, es aprender la tristeza de convivir con un alma deteriorada. El perdón es altamente sanador y reparador.
¿Cómo perdonar? Primero identificando y aceptando aquella circunstancia que nos causa tanto dolor y que, en apariencia, no podemos cambiar. De hecho, cuando llegamos al punto de creer que no la podemos perdonar, es porque la circunstancia que nos llevó a esta consecuencia (de no perdonar), es realmente muy difícil de alterar. Pero si no podemos cambiar las  situaciones, sí podemos cambiar la manera de verlas, y perdonar es una forma de hacerlo. Ver con los ojos del perdón es liberarse de la rabia. Es darse la autorización para seguir, es abrirse a personas y situaciones nuevas.
Muchos hemos tenido historias difíciles con nuestros padres, parejas, hijos, compañeros de trabajo, vecinos, amigos, desconocidos. Personas que, queriendo o sin querer, han podido llegar a hacernos daño. ¿Cómo perdonar una violación, el abandono de un hogar, la no aceptación de las opciones sexuales de un hijo por parte de sus padres, un despido  injustificado, una traición? Suena muy, pero que muy difícil… Y sin embargo, también es la señal de que el proceso de sanación ha culminado. Se pudo y se puede seguir, una vez hayamos perdonado.
Algunos afirman que perdonar es un acto de amor propio. Pero realmente, perdonar es quererse uno mismo. No implica permitir que te sigan haciendo siempre lo mismo, significa que verdaderamente identificas lo que está mal, lo detienes, planteas tus opciones o te alejas de la situación dañina, y por tu bien continúas con tu vida.
¿Podrías andar tranquilamente por la vida con una herida eternamente abierta? Parece imposible.
¿Has pensado cuánto tiempo de tu vida gastaste en pensamientos de rencor y venganza?  No perdonar es una pérdida enorme de tiempo. Por el contrario, perdonar persigue ganar, ganar a nivel espiritual, ganar en tiempo de vida, ganar en tu autoestima. Escoge lo mejor para ti y simplemente: PERDONA.
El perdón te traerá paz, aceptación y compasión hacia los demás. Te traerá libertad, al evitarte la obsesión acerca de algo que no tiene solución o cuya única solución es, precisamente, perdonar. Procura en todo momento tu tranquilidad. Nadie más lo va a hacer por ti.
A veces se cree que perdonar es de tontos. Pero nadie demuestra mayor inteligencia que quien tiene claro que lo mejor es perdonar.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23:34

No hay comentarios:

Publicar un comentario