domingo, 29 de septiembre de 2013

Cuida tu boquita lo que dice - Devocional

En un jardín de infancia, la maestra preguntó: “levanten la mano inteligente” suponiendo que todos levantarían la mano derecha, pero una niña pequeña, siendo zurda, levantó su mano izquierda. La docente estallando de enojo gritó: “Tonta, he dicho la mano inteligente”. 
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Aunque parezca un simple hecho cotidiano, este fue el comienzo de una herida, que en un futuro perjudicaría a la pequeña en todas las facetas de su vida. Desde que lo escuchó de su maestra, a quien admiraba e identificaba por su saber, comenzó a sentirse tonta, como que no podía hacer nada, presentando una actitud insegura ante todo nuevo desafío de la vida.
¿Cuántas veces hemos sido lastimados por palabras necias de algunas personas? Muchos arrastramos heridas de nuestra infancia que hoy en día nos hacen sentir tontos, débiles e inservibles. Incluso el trato puede presentarse de manera inversa, y podemos ser nosotros ahora quienes lastimemos y dañemos el corazón de otras personas. Por eso es importante que tomemos en cuenta estas palabras:
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Mateo 12:36-37
Es posible que no te des cuenta que tus palabras tienen valor, pero recuerda que cada palabra que digas está contada no sólo por los hombres sino por nuestro Señor y de ella un día vas a rendir cuentas.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. Santiago 3:10-12

Si has conocido a Jesús, debes tener aún más cuidado de lo que hablas. Porque si eres una persona que ora, bendice y adora a Dios, de la misma boca no pueden salir palabras que lastimen y ofendan. Si has descuidado esta faceta de tu vida, es importante que le pidas perdón a Dios, quién tendrá compasión de ti y dejará en el pasado todas las palabras ociosas que hayas hablado.
Y si formas parte del grupo de las personas que fueron lastimadas, pide que Dios sane tu corazón para que empieces a vivir una vida saludable, libre de amargura y rencor.
¡Recuerda que Dios te puso para dar vida, entonces no mates con tu lengua!

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