Su abuelo le respondió con un tono reconfortante: No te preocupes del caballo, ni de cómo montarlo. Sólo agárrate a mí, mi amor, solo agárrate a mí.
¡Qué gran consejo para nosotros hoy! Pensamos que nuestro día va a ser lento, pesado y aburrido, pero resulta un día bien movido y agitado. En esos días es cuando necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Señor y permanecer en la montura.
Una de las formas más importantes de aferramos al Señor es mediante la constante comunicación con Él en un flujo continuo de oración y alabanza. Podemos orar en cualquier lugar y momento. Incluso un pensamiento de oración nos lleva a centrar nuestra voluntad y atención en el Señor y a depositar toda nuestra confianza en Él. Sólo cuando perdemos el contacto con el Señor caemos en el peligro del pánico, la frustración, el frenesí y el fracaso que conllevan.
Cuando te encuentres metido en situaciones difíciles y todo parezca estar en tu contra, como que sientes que ya no vas a poder aguantar ni un minuto más, no te rindas entonces, pues ese es sólo el lugar y el momento en que cambiará la marea.
Recuerda siempre que nunca montas solo en las bestias de la vida. El Señor está contigo y sostiene las riendas con firmeza en su mano. ¡Solo agárrate!
Todo lo que Dios nos llama a hacer, también hace posible que lo logremos.
Salmo 16:1
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario