Cuando alguien pone sus ojos en una meta y nunca
los quita de ella, alcanzará esa meta.
El apóstol Pablo habló de centrarse en su meta: Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14)
¿Recuerda cuando usted estaba aprendiendo a montar en bicicleta? A usted se le dijo que mirara derecho hacia delante, porque a donde quiera que mirara eso era adonde iba a llegar. Si miraba hacia abajo, se caería. Muchos de nosotros hemos colocado marcas en nuestras vidas (nuestras visiones), pretendiendo que nos dirigiésemos en esa dirección, sin embargo, nos mantuvimos mirando para cualquier lado menos a nuestra propia visión. No pasó mucho tiempo sin que perdiéramos el rumbo.
En Mateo 11:30, Jesús dijo: “Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Un yugo es una simple pieza de madera que une juntos dos bueyes. Este yugo los mantiene al mismo paso y en la misma posición. Jesús dijo también: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí” (versículos.28-29). Nosotros debemos unirnos con el plan de Dios para nuestras vidas y dejar que Su yugo nos guíe. Esto quiere decir que si Él se vuelve, nosotros nos volvemos. Si él se detiene, nosotros nos detenemos. Esta es la manera en que damos en el objetivo.
Oración: Padre, yo deseo tomar el yugo de Cristo sobre mí para poder aprender de Él y descansar en Él. Voluntariamente me uno a Tu plan para mi vida. Gracias por guiarme. En el nombre de Jesús, amén.
Pensamiento: Nosotros debemos unirnos con el plan de Dios para nuestras vidas y dejar que Su yugo nos guíe.
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