La belleza que el día de hoy publicitan los medios de comunicación, es una belleza que con el tiempo acabará.
La piel lozana que ahora tienes, no la tendrás más dentro de algunos años, así como el aspecto que hasta el día de hoy te acompaña.
La pregunta es ¿con qué nos quedaremos cuando todo esto suceda? Puede que se le viniera a la cabeza la idea de la cirugía plástica; personalmente no lo creo conveniente por ningún lado; sin embargo, respeto su opinión si lo considera adecuado.
Imagine que le desean vender una casa con columnas oxidadas, pero que luce divinamente atractiva y ostentosa, y sin interesarse sobre la infraestructura, decide comprarla. Los primeros años son un deleite al invitar a los familiares y amigos a su casa, porque está muy bonita y todos le felicitan por su excelente compra.
Pero los años pasan y de pronto la casa comienza a presentar uno y mil defectos, desde las goteras hasta la caída de algunas paredes; es decir, la casa se está empezando a caer a pedazos. El dueño ya no quiere saber nada de la casa de sus “sueños” y, desesperado, se pregunta qué pudo haber pasado con la hermosa casa que le vendieron.
Luego comprende que la apariencia no lo es todo, sino lo que existe en el interior. En el caso de nosotros los seres humanos, el corazón.
¿Cómo está ese corazón? Y no me refiero al lado sentimental sino al lado espiritual. ¿Cómo lo ha venido alimentando?
Algún día, usted y la que esto escribe, llegaremos a ser ancianos y nuestros cuerpos estarán cubiertos de arrugas; lo útil que quedará será nuestro corazón. Y si no hemos sabido alimentarlo, no seremos lo suficientemente hermosos y saludables para brillar en medio de tinieblas.
Busquemos la belleza incorruptible que no terminará, así que pasen los años. Aquella que nos la da un espíritu humilde y sincero, que se negó vivir de acuerdo a los parámetros del mundo actual y dijo no, a la corriente que pretende atraer cada día a más y más personas.
La vida pasa rápido como un suspiro y si invertimos nuestro corto tiempo en cosas vanas, sus frutos también serán vanos.
¿Qué deseamos? porque las decisiones que tomemos ahora obtendrán un resultado, frutos el día de mañana. Preguntémonos, ¿qué clase de frutos queremos recoger?
Estephany Cordova
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