sábado, 18 de mayo de 2013

Dios quiere un altar que ministre santidad - Devocional - Vídeo

Cuando asistimos a una iglesia cristiana, por lo general quedamos impactados con la forma en que se adora a Dios en ese lugar. Es notable la diferencia que existe entre la iglesia tradicional y la iglesia cristiana en este aspecto;  podríamos decir que hay un poco más de libertad a la hora de alabar y adorar a Nuestro Padre Celestial, y qué decir de las predicaciones, totalmente diferentes; el ambiente espiritual se torna agradable para nuestra alma y obviamente, se genera un impacto en nuestro corazón.


Dios quiere un altarEs difícil decir no a Jesucristo en un ambiente como estos, resaltando, que por lo general, cuando alguien asiste a una iglesia cristiana por primera vez, lo hace con la expectativa de que allí encontrará lo que tanto anhela de parte de Dios. Sin embargo, el tiempo transcurre y si se vive una relación genuina y verdadera con el Señor, el panorama empieza a volverse distinto. No se trata ya del grupo de alabanza, ya no son los ministros o líderes, ya no son los métodos o las estrategias que utiliza la iglesia para captar tu atención, ya no es la iglesia, ahora es el mismo Espíritu Santo de Dios, llenando tu vida de amor, fuego y pasión. Todo pasa a otro nivel lleno de la Gloria de Dios.
Cuando empiezas a experimentar la Gloria de Dios, Él mismo se encarga de bajar del trono a aquellos que viven una falsa espiritualidad. Empieza el Señor, mostrándote la realidad que se vive en muchos altares de las congregaciones que dicen ser cristianas (no todas las congregaciones). Se trata de la realidad del pecado, de los ministros y líderes, que se atreven a pararse en un púlpito a ministrar la palabra de Dios, la alabanza y la adoración, mientras que su corazón está sucio y lleno de iniquidad, mientras que su mente está llena de pensamientos cautivos, mientras que su espíritu está apartado del Espíritu Santo de Dios, mientras que su alma está simplemente llena de emoción, pero no del poder y dominio propio que da el Señor, mientras que su carne está controlada por el pecado y no por Jesucristo, nuestro Redentor.
Este artículo está dedicado a todos los ministros y líderes de las iglesias, a todos aquellos que hablan en nombre de Dios. Tengamos presente que un líder del Reino Celestial, tiene doble responsabilidad ante el Señor cuando ministra su palabra, Él no quiere que nosotros, sus hijos, seamos simplemente oidores y habladores de sus decretos, el Señor desea que vivamos su palabra.
Dios quiere un altar Santo, donde realmente estén representadas personas llenas del temor de Dios, llenas de su santidad, personas adoradoras en Espíritu y en Verdad. No se trata de la perfección, porque ninguno puede serlo mientras estemos en este mundo; pero sí es nuestro deber como hijos de Dios, mantenernos con un corazón limpio delante de Él; seamos líderes o no, es nuestra responsabilidad buscar todos los días la misericordia de Dios.
Todos fuimos destituidos de la presencia de Dios a causa del pecado, pero Él nos ha dado la confianza de acercarnos a su trono, por medio de la sangre de Jesucristo y pedirle perdón por nuestros pecados, iniquidades y concupiscencias; vivir en su justicia nos permitirá permanecer en su presencia y repudiar el mal, y a la hora de ministrar su palabra, no solamente estaremos hablando de Él, sino impartiendo de su santidad.
Dios quiere un altar que ministre ante todo “santidad y temor de Dios”, pero deben ser los ministros y líderes quienes primeramente vivan en ese temor; de nada vale tener un gran grupo de alabanza, si se está contaminado por el pecado; de nada vale predicar bonito, si no se vive lo que se predica; de nada vale ser parte de una gran congregación, cuando solamente se es una fachada ante los ojos de Dios; de nada vale presentar un gran show ante los hombres, cuando no se está agradando verdaderamente al Señor.
“Con temor de Jehová los hombres se apartan del mal” Proverbios 16:6b. (RV 1960).
“Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos”. Santiago 1:22 (DHH).

¡Dios quiere que lo adoremos en Espíritu y en Verdad, es un llamado para todos los que decimos ser hijos de Dios, que sea Él quien nos conceda la gracia para permanecer con temor de apartarnos de su presencia!

“Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. Juan 4:24 (NTV).

No hay comentarios:

Publicar un comentario