“Tráiganme una vasija nueva, y échenle sal les ordenó Eliseo. Cuando se la entregaron, Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó: Así dice el Señor: ¡Yo purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!”
2 Reyes 2: 20-21 (Nueva Versión Internacional).
En algunos pasajes del antiguo testamento, Dios hablaba a Su pueblo por medio de figuras refiriéndose a lo que habría de venir. Y este es uno de esos casos.
En el nuevo testamento, Pablo habla de los creyentes como vasijas de barro en las cuales se depositó un gran tesoro (2 Corintios 4:7), al igual que Eliseo depositó sal en la vasija. La sal, en este tiempo de Eliseo, era algo valioso. Se usaba como conservador, como señal de pacto y para sazonar.
En el nuevo testamento, Pablo habla de los creyentes como vasijas de barro en las cuales se depositó un gran tesoro (2 Corintios 4:7), al igual que Eliseo depositó sal en la vasija. La sal, en este tiempo de Eliseo, era algo valioso. Se usaba como conservador, como señal de pacto y para sazonar.
En este versículo se usa la sal para purificar el manantial. Sal que se depositó en una vasija nueva. Lo cual es figurativo de los que son salvos por Jesús. Pues habiendo sido salvos, ellos se convierten en vasijas nuevas o nuevas criaturas. Pero no sólo eso, sino que además, Dios se refiere a Sus hijos como la sal de la tierra (Mateo 5:13), sal que se transformó por el poder del Espíritu Santo en una criatura nueva. Al igual que la sal que depositó Eliseo en el manantial acabó con la muerte y esterilidad, el Espíritu Santo dará vida (contraria de la muerte) y fe (contaria de la esterilidad), a aquellos en quien es depositado.
El Espíritu Santo en nosotros, fue depositado para purificarnos. Nos da lo necesario para quitar el pecado de nuestra vida o muerte en él. También nos da la fe que necesitamos para que toda palabra de Dios para nuestras vidas dé fruto. Por lo que si un Cristiano está viviendo en pecado o no está dando fruto por incredulidad, no es voluntad de Dios, siendo que en él se depositó un gran tesoro para que tuviera vida en abundancia y fe.
Si actualmente hay pecado en tu vida o incredulidad, recuerda esto: El Espíritu Santo es poder en ti para darte plenitud; Jesús pagó el precio más alto para depositar el mayor tesoro en ti: Su presencia. Él te ha hecho totalmente nuevo para darte vida en abundancia. Recibe todo lo que tiene para ti por medio de la fe.
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