El Espíritu Santo nos ayuda a captar verdades espirituales. Sin Él, no se tiene ninguna relación con el Señor. Esto puede sonar un poco redundante, pero nunca es suficiente seguir enfatizándolo. El Espíritu Santo vive dentro del espíritu de cada creyente.
Jesús les dijo a sus seguidores: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22), y ellos lo hicieron. Pero varias semanas después, Él les anunció a esos mismos discípulos: “y así sucedió en el día que ahora conocemos como Pentecostés, cuando en forma manifiesta les fue conferido poder mediante el Espíritu Santo en el aposento alto”. (Hechos 2:1-4.) En este ejemplo sencillo podemos ver que una cosa es recibir al Espíritu en tu vida y otra es ser bautizados en Él. Aunque los dos acontecimientos pueden ocurrir simultáneamente, y con frecuencia así sucede, no son idénticos, como podemos ver en algunos ejemplos de la vida de la iglesia primitiva.
La presencia del Espíritu te da vida (espiritual). El bautismo con el Espíritu te da poder (espiritual) milagroso, no disponible de otra manera, para que puedas compartir esa vida con otros. Por esta razón, Jesús les dijo a Sus discípulos que llevaran el evangelio a todo el mundo, pero sólo después de recibir “poder (milagroso)” al ser “bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 1:5, 8).

O piensa en la diferencia entre el aire y el viento. No podrías vivir sin aire y no podría haber viento sin aire, pero el viento es una actividad y una fuerza adicional, mediante la cual el aire es puesto en movimiento para mover otras cosas.
El Señor quiere que seamos más que vivificados en Su Espíritu; Él anhela que experimentemos Su Espíritu como un viento poderoso y recio (no sólo una presencia) que nos mueve, para impeler poderosamente la vida a nuestro alrededor.
El Señor quiere que seamos más que vivificados en Su Espíritu; Él anhela que experimentemos Su Espíritu como un viento poderoso y recio (no sólo una presencia) que nos mueve, para impeler poderosamente la vida a nuestro alrededor.
Hoy… El Espíritu Santo no sólo quiere vivir en mí, sino que me quiere bautizar con su poder.
Señor, Gracias por darme la presencia dulce de tu Espíritu y hacer una obra de grandeza y poder dentro de mí. Me rindo ante ti con adoración. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario