Salmos 51: 10
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Quizá uno de los versículos que más han impactado mi vida desde que conocí a Cristo es este. Y será porque es como el lema de mi vida, puesto que anhelo cada día que Dios cree en mí un corazón limpio y renueve dentro de mí un espíritu recto.
Un corazón limpio es aquel que ve las cosas que le ocurren a diario, como una forma más para que el poder de Dios se perfeccione en su vida, un corazón limpio anhela agradar a su Padre, un corazón limpio es aquel que busca la perfección, a sabiendas de que tiene un largo camino que recorrer.
Pero la segunda parte del texto dice: “un espíritu recto”. Definitivamente somos seres tripartitos, pues estamos compuestos de espíritu, alma y cuerpo. El cuerpo es lo que nosotros reconocemos como la carne. En el alma se encuentran las emociones y el intelecto. Y el espíritu es el que se comunica con Dios; es aquel que en medio de una alabanza de adoración se siente tocado y ministrado por la presencia de Dios, es aquel que nos impulsa a no querer alejarnos de su presencia.
¿Te das cuenta de la importancia de este versículo en nuestra vida? Definitivamente, si queremos agradar a nuestro Dios, tenemos que decir y tratar de hacer lo que su siervo David un día expresó:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mi”
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