Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. (Filipenses 4:13 RV)
Puede que a veces, en varias ocasiones, hayas dicho y escuchado estas hermosas palabras, y declaras la frase con tus labios y dices: todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Pero ¿realmente crees estas palabras y las aplicas a tu vivir diario?
Este maravilloso trozo de la Santa Escritura de Dios toca muy profundo nuestro corazón, nos hace entender el poder que tiene esta pequeña frase. Es un versículo que se basa mucho en la Fe, en confiar y tener la certeza de que todo lo podemos en Él, en creer que no hay nada que no podamos conseguir teniendo a Jesús en nuestro corazón, que no importa lo difícil o improbable que sea; no hay nada que se interponga y supere la maravillosa gracia de nuestro amado Dios. Recordemos que Él se mueve con absoluto poder en lo que nosotros vemos como imposible; esa es su especialidad, y tendemos a decir: nuestro Padre es un Dios de cosas locas, de cosas sobrenaturales.
Ahora, la otra cara de la moneda, ya que de igual forma hay algo que entristece mi corazón: la poca confianza en la Palabra que se declara, el no creerla en todo momento con convicción. En muchas ocasiones, he escuchado decir a hermanos(a), en la congregación o en otros lugares, que los cristianos pasamos por altos y por bajos. Pero amados, cuán equivocados estaríamos y qué poca falta de fe verdadera tendríamos entonces, pues muchas veces hemos dicho "TODO lo puedo en Cristo que me fortalece", pero tenemos que creerlo de verdad y declarar que podemos contra la tristeza, contra la desesperación, angustia, fracaso, depresión, contra la enfermedad... ¡Basta ya de declarar maldición en nuestra vida al decir que ya no podemos más, que estamos tocando fondo, cuando vemos que ya casi no podemos levantarnos, cuando vienen problemas y más problemas, y sentimos que ya no podemos más!
Llegó el momento de creerle a Dios con todas nuestras fuerzas. Recordemos lo que nos dice en su Palabra:
Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.
(2 Corintios 4: 8-9 RV)
Nuestro Padre Celestial desea que entendamos que no hay nada que con su Amor, Gracia y Fidelidad no se pueda lograr. Por eso Jesús aboga por nosotros al Padre, porque Él comprende por lo que pasamos, y es por eso que vino a la Tierra a comprendernos. Él pasó lo que nosotros estamos pasando o hemos pasado; Él, igualmente, estuvo triste, tuvo miedo, lloró, igualmente se sintió solo. Es por eso que debemos declarar con nuestra alma, con nuestra mente, con todas nuestras fuerzas y de todo corazón, que: TODO, TODO, Y TODO LO PODEMOS CON CRISTO QUE NOS FORTALECE; que no hay barreras que detengan lo que Cristo puede hacer, que no hay enfermedad que Dios no combata, que no hay tristeza que el gozo de Dios no llene, que no hay cadenas que Jesús no pueda cortar, que no hay reto que la gracia de Dios no supere y que no hay debilidad que Jesús no fortalezca. Amados hermanos, debemos entender que no hay situación en la que Dios no nos lleve a la victoria. Recordemos lo que dice Nuestro Padre:
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (Romanos. 8-37 RV)
Sólo nos queda que nos dejemos fortalecer por Jesús, que nos llenemos de su maravillosa Gracia, que reconozcamos que con nuestras fuerzas no podemos, que dependemos de Su amor, de Su misericordia; y aunque suene ilógico alegrarnos y gloriarnos de nuestra debilidad y dependencia de Dios, deberemos reconocer que sin Él nada podemos hacer, para sentir en nuestras vida el poder de nuestro Señor:
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12: 9 RV)
Hermoso, ¿verdad? Cuán privilegiados somos de ser hijos del Rey, de que Dios nos mire y se compadezca de nosotros. Por eso, demos gloria al rey de reyes, levantémosle; Él levanta nuestras cabezas, nunca nos abandonará ni dejará. No dejemos de creer ni de reconocer que somos dependientes de Él ni de gozarnos en nuestras debilidades:
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 corintios 12:10 RV)
Ahora, pues, declaremos con nuestros labios y corazón: Aunque las tormentas de la vida me golpeen con mucha fuerza, no dejaré de creer que TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE; y ya no diré más que tengo un gran problema, le diré al problema que tengo un gran Señor que me fortalece, que no existe tal cosa que con Cristo no se pueda, que no existe cosa que limite el poder de Dios. Y que no importa cuál sea mi situación, porque Jesús y su Santo Espíritu van conmigo y no temeré.
Y recordemos que nuestro cuerpo no puede limitar a nuestro espíritu, aquel que está unido al Espíritu Santo de NUESTRO AMADO DIOS. Las palabras "no puedo" se borran de nuestro diccionario; porque TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE, en el nombre de Jesús, amén.
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