El amor de Dios sobrepasa todo entendimiento; lo que para nosotros es tan difícil de hacer por amor, para Él no lo es, pues Él es amor.
Por lo general, las personas condicionamos nuestra manera de amar, es decir, es fácil amar a quien te trata bien, a quien no refuta tu manera de pensar o tu forma de ser, pero ¿qué tal si vamos más allá y empezamos a analizar verdaderamente la forma en que estamos amando a nuestro prójimo? Por ejemplo: ¿en este momento recuerdas a alguien que te haya lastimado y al recordar a esa persona o ese suceso sientes dolor? Si tu respuesta es sí, tu forma de amar está condicionada y no estás amando de una manera verdadera, como Dios quiere que lo hagamos.
En algún momento de mi vida pensaba que ya había perdonado a ciertas personas, pero, con el paso del tiempo, el Señor me fue poniendo a prueba y cada vez que Él me pedía que hiciera un acto de amor y de misericordia con una de estas personas, sentía resistencia, y el dolor que me habían ocasionado se revivía en ese momento; entonces comprendí que mi corazón todavía no estaba sano y que en él existía falta de perdón hacia aquellos que me habían causado dolor.
Muchas personas dirán: pero cómo se hace para perdonar a alguien que nos hizo tanto daño; ahí precisamente es donde está el punto; creemos que somos nosotros los que hacemos la obra, creemos que tenemos la autoridad y el derecho de dar o retener el perdón a alguien. Perdonar no es una cuestión de sentir o querer hacerlo, el perdonar es un mandamiento de Dios. Sencillamente hay que hacerlo. ¿Cómo?, pues decidiendo hacerlo, que el Señor se encargará de hacer lo más difícil, “sanar nuestro corazón”.
Cuando tú le retienes el perdón a alguien, en primer lugar le estás ofendiendo a Dios porque te estás poniendo por encima de Él, y en segundo lugar, te estás negando a tí mismo la posibilidad de ser libre y de que la otra persona se libere por tu falta de perdón. No te ates y no ates a otros por tu falta de perdón, comprende que la única persona que saldrá perdiendo eres tú si actúas de esta manera; poco a poco la amargura y el orgullo se irán apoderando de tu ser y muchas de las bendiciones que Dios derrama sobre tu vida, las dejarás de disfrutar por estar ocupado en odiar y en guardar ese resentimiento en tu corazón.
La falta de perdón causa amargura, tú tienes la decisión y Dios tiene la autoridad para sanar tu corazón; basta con que tú le entregues ese odio, resentimiento o falta de perdón a Él, y Él se encargará de hacer el resto. Si alguien te ha lastimado, dile a Papito Dios que en el nombre de Jesucristo decides perdonar a esa persona, y que sea Él quien empiece a sanarte y traer la paz que tu corazón tanto necesita. Igualmente, si has ofendido a alguien, pídele perdón en el nombre de Jesús y, de ésta manera, estarás rompiendo las cadenas de culpa y condenación que te han estado esclavizando durante tu vida. No te preocupes si no tienes la oportunidad de pedirle perdón a esa persona directamente; tal vez no le puedas encontrar, tal vez no tengas la suficiente humildad para hacerlo o, en el peor de los casos, esa persona incluso ya pudo haber partido de este mundo; sí, por increible que parezca, hay personas que están amargadas y que sufren por la falta de perdón hacia alguien que ya ha muerto.
La falta de perdón causa amargura, tú tienes la decisión y Dios tiene la autoridad para sanar tu corazón; basta con que tú le entregues ese odio, resentimiento o falta de perdón a Él, y Él se encargará de hacer el resto. Si alguien te ha lastimado, dile a Papito Dios que en el nombre de Jesucristo decides perdonar a esa persona, y que sea Él quien empiece a sanarte y traer la paz que tu corazón tanto necesita. Igualmente, si has ofendido a alguien, pídele perdón en el nombre de Jesús y, de ésta manera, estarás rompiendo las cadenas de culpa y condenación que te han estado esclavizando durante tu vida. No te preocupes si no tienes la oportunidad de pedirle perdón a esa persona directamente; tal vez no le puedas encontrar, tal vez no tengas la suficiente humildad para hacerlo o, en el peor de los casos, esa persona incluso ya pudo haber partido de este mundo; sí, por increible que parezca, hay personas que están amargadas y que sufren por la falta de perdón hacia alguien que ya ha muerto.
No es posible que sigamos hablando del amor de Dios si en nuestro corazón hay falta de perdón. “Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal”. Mateo 6:12 (Dios Habla Hoy).
Guarda tu corazón de la falta de perdón, pídele a Dios que te dé un corazón lleno de amor y de misericordia y verás que, poco a poco, experimentarás la verdadera libertad que nuestro Amado Jesucristo, en su infinita gracia, nos concede cuando nos arrepentimos delante de Él con un corazón contrito y humillado.
“Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda”. Mateo 5:23,24 (Dios Habla Hoy).
No hay comentarios:
Publicar un comentario