Nuestra relación con Dios tiene diferentes aspectos: Dios es el Creador y el Hacedor, el Señor y el Maestro, Juez, Redentor, Padre, Salvador y mucho más. Pero la verdad más impactante es que el Dios Todopoderoso, ¡anhela ser nuestro amigo! Sólo unas pocas personas en el Antiguo Testamento tuvieron el privilegio de la amistad divina. A Moisés y Abraham se les llamó “amigos de Dios”, de David se nos dice que para Dios era “un hombre conforme a (Su) corazón”, y Job, Enoc y Noé tenían una amistad intima con Dios. Pero hoy, en la actualidad, ¿cómo podemos llegar a ser el mejor amigo de Dios?
1. La amistad con Dios se cultiva cuando compartimos todas nuestras vivencias con Él.
2. Él quiere ser más que una cita en nuestra agenda.
3. Quiere ser incluido en cada actividad, en cada conversación, en cada problema y hasta en cada uno de nuestros pensamientos.
4. Orando. “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17), implica conversar con Dios mientras realizamos las compras, conducimos el automóvil, trabajamos o desarrollamos cualquier otra tarea cotidiana. Lawrence, escritor del libro “La Práctica de la Presencia de Dios”, fue capaz de convertir hasta las tareas domésticas más comunes y serviles, como preparar las comidas y lavar los platos, en actos de alabanza y comunión con el Creador.
5. No hay un lugar donde puedas estar más cerca de Dios que donde te encuentras ahora mismo. (Efesios 4:6).
6. Pronuncia oraciones más cortas y conversacionales continuamente durante el día, en vez de establecer sesiones largas y oraciones complejas.
7. Para mantener la concentración y evitar la distracción, no uses muchas palabras cuando ores. Que las oraciones sean sencillas.
B. Mediante la meditación continua.
1. La segunda manera de consolidar una amistad con Dios es pensar en su Palabra durante el día. Eso se llama meditación, (Salmos 23:4, 143:5, 145:5, Josué 1:8, Salmos 1:2).
2. Es imposible ser amigos de Dios si no sabemos lo que dice.
3. No podemos amar a Dios si no le conocemos, y no podemos conocerle si no conocemos su Palabra.
4. Si bien no podemos pasarnos las 24 horas estudiando la Biblia, podemos pensar en ella durante el día, recordando versículos que hemos leído o memorizado, y reflexionando en ellos.
5. Sin embargo, meditar es simplemente pensar concentrado; algo que cualquiera puede aprender y hacer en cualquier lado. No es nada místico.
6. Cuando le damos vueltas a un problema en nuestra cabeza, decimos que tenemos una preocupación. Cuando piensas en la Palabra de Dios y le das vueltas en tu cabeza, llamamos a eso meditación. Si sabes cómo preocuparte, ¡ya sabes cómo meditar!
7. Cuanto más medites en la Palabra de Dios, tendrás menos de qué preocuparte.
8. Al leer la Biblia y escuchar un sermón o una grabación, no olvides lo que escuchaste cuando te vayas.
9. Desarrolla la práctica de repasar la verdad en tu mente, reflexiona sobre lo que has leído o escuchado, dale vueltas en la cabeza. Cuanto más tiempo dediques a repasar lo que Dios dijo, más entenderás los “secretos” de esta vida, que pasan inadvertidos para muchas personas.
La Biblia afirma: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Salmos 25:14).
Comienza hoy mismo a practicar una conversación constante con Dios y la meditación continua en su Palabra. La oración nos permite hablar con Dios; la meditación permite que Él nos hable. Ambas son esenciales para ser amigos de Dios.
“Ser amigos de Dios es privilegio de quienes lo reverencian” Salmos 25:14
¿Qué puedo hacer para recordar que debo pensar en Dios y hablar con Él?
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