La mayoría de la gente comienza indiferente cada mañana y reacciona paulatinamente a los eventos del día. Podemos ser una personas exitosa en la vida comenzando cada día con una actitud positiva, mostrando gratitud por las oportunidades que tenemos y teniendo una expectación de lo mejor para nosotros.
La gente tiende a vivir de acuerdo a sus expectativas. Sacamos provecho de la vida según lo que le invertimos antes. Nuestro ambiente se convierte en un reflejo de nuestro espíritu, de nuestra actitud y expectativas. Si mantenemos una gran actitud, obtendremos grandes resultados. De tener una actitud mediocre, alcanzaremos resultados mediocres y de tener una pobre actitud, lograremos pobres resultados.
El mundo nos devolverá lo que esperamos de él, así que esperemos lo mejor. No estemos a la defensiva ni dudemos. Nada cambia a menos que nosotros lo hagamos. Antes de que podamos hacer algo, tenemos que ser algo. Sepamos que somos valiosos; mostrémoselo al mundo.
Tratemos a todos, con quienes entremos en contacto, como si fuesen la persona más importante del momento. Edificará nuestra autoestima… ¡sonriamos! Seremos recompensados con una sonrisa de vuelta. No reaccionemos a la descortesía. Perdonemos a todos los que nos lastimen y entonces, nos perdonaremos a nosotros mismos.
Mantengámonos saludables; ejercitémonos. Mantengamos una dieta apropiada. Irradiemos una actitud de confianza.
Desarrollemos estos buenos hábitos y nuestra expectativa será recompensada con éxitos. Esta actitud nos colocará dentro de ese grupo de personas genuinamente exitosas, porque sabremos y comprenderemos cómo una actitud expectante mejora cada aspecto de nuestra vida.
No cabe duda de que mucho de lo que vivimos es producto de nuestras propias elecciones, aunque siempre habrá quien le eche la culpa a las circunstancias o a los demás. Y nuestras elecciones siempre estarán basadas en nuestras actitudes ante la vida.
Cuando nuestra actitud ante la vida es pobre y derrotista, podemos darnos cuenta de que el futuro que nos aguarda no es nada halagüeño. Pero esa actitud negativa es en realidad producto de nuestro rechazo de Dios y Su palabra, que nos promete varias cosas a los que nos acercamos a Él y ponemos en Él nuestra esperanza: que Sus misericordias son nuevas cada mañana, que Él siempre estará con nosotros hasta el fin, y que a los que le aman, todas las cosas habrán de resultar para bien.
Si bien ninguna de estas promesas implica la ausencia de crisis y dificultades, sí afirman que Dios ha preparado cosas maravillosas para cada día de nuestra vida… y que lo mejor de nuestras vidas siempre está por delante.
Aprovechemos para adorar al Salvador, permitirle que afirme Su palabra en nosotros.
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