Tuve la oportunidad de realizar un "taller" de cierre de año académico para docentes de un colegio y, en medio de los balances que realizaban, tuvimos varios momentos especiales. En primera instancia, jugamos y nos reímos muchísimo; eso relajó el ambiente y nos permitió ser capaces de activar y centrar la atención. Luego realizamos una ejercicio de activación de la imaginación que generó diversas emociones que resultaron muy “sanadoras”; y en un tercer momento, pensamos en aquello por lo cual desearíamos dar las gracias, podía ser por un hecho, una acción o algo tan abstracto como la felicidad o la paz.
Es innegable que cada uno de nosotros tiene al menos una razón por la cual dar gracias a este año 2012 que se nos va. Pese a que el año aún no finaliza, estamos en época de celebraciones familiares, es Navidad; por lo tanto, es época de regalos y sorpresas para todos, y por supuesto de amor y felicidad. Me resulta impresionante de creer que, incluso antes de volver a celebrar una Navidad, ya cuento con un regalo que me hace ser inmensamente agradecido.
No es sorpresa para nadie que en Navidad se conmemora el cumpleaños de Jesús aunque mucha gente no lo celebra. Y es cierto, se compran regalos para los seres queridos, se realizan celebraciones que unen a la familia y que permiten pasar un tiempo juntos; sin embargo, a quien se supondría que deberíamos celebrar no lo hacemos completamente.
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