viernes, 18 de enero de 2013

¡Comenzamos con el fin! - Mensaje - vídeo


Una nota de prensa, publicada en marzo de este año pasado, contaba que después de numerosas predicciones fallidas sobre el fin del mundo, Harold Camping,  fundador de Family Radio, reconoció su grave equivocación, al haberse permitido, tiempo atrás, predecir sobre ese tema.
“Hemos aprendido la lección, muy dolorosa, dijo Camping, de que toda la creación está en manos de Dios y Él va a terminar con todo en su tiempo, no en el nuestro”,
Recordemos que el mencionado Camping, en ese momento un hombre de 90 años de edad, hizo varias predicciones sobre el Día del Juicio, el regreso de Cristo y el fin del mundo. Las más recientes fueron las que daban como fechas  el  21 de mayo  y  21 de octubre del 2011. No hay para qué decir que en tales fechas no ocurrió nada, como no fuera el haber quedado en vergüenza frente a las multitudes cristianas, y en ridículo hacia  quienes se aprovechan de esto para hacer mofa de lo que relaciona a Dios y a Su Palabra.
El presente comentario no busca, como dice el refrán, hacer leña del árbol caído, pues “aquel que  esté libre de pecado que levante la primera piedra” (Juan. 8:7). Pretende más bien insistir en  que no hay, ni habrá fuente más confiable que las Sagradas Escrituras, para entender lo que Dios quiere que entendamos, y que no seamos sorprendidos con predicciones y profecías humanas, que  aspiran a saber literalmente la hora cero puesta por Él.
Resulta que el tópico sobre el fin del mundo es algo que siempre ha copado los espacios de muchos medios de comunicación  por ser  uno de los que más pasión, interés y  ventas producen,  obviamente estimulados por la curiosidad humana.
A fe que sólo debemos creer lo que dice Jesús al  respecto: que del día y la hora del final, nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos; sólo el Padre. (Mateo 24:36. Marcos 13:32),
Por ello no nos deben preocupar todos esos titulares que de nuevo ya empiezan a recordar que el  21 de diciembre del año 2012, puede terminarse el mundo (qué cosa más absurda, no fue), haciendo de tal argumento otro éxito de ventas.
Lo que sí debería interesarnos es vivir cada día como si fuera el último, produciendo y dando nuestros mejores frutos al resto; concentrados en que hay un Dios por quién y para quién vivir; en que hay una vida, una familia, una ciudad, una nación y un planeta a quienes servir; y en que hay metas comunes en la tierra por las cuales luchar.
En suma, existe tanto por hacer que no deberíamos tener tiempo para sufrir ante cada anuncio apocalíptico. La idea en sí, es estar preparados para que cuando tenga que ocurrir, si es que aún estamos por este planeta, no salgamos corriendo en ese momento, desesperados, pidiendo como en el basquet (baloncesto), un “time” (tiempo muerto) para arrepentirnos de nuestra mala manera de vivir.

“Y El les dijo: No os corresponde a vosotros

saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado

con su propia autoridad”

(Hechos 1:7) 


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