El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto solo abundara en pobreza.
Proverbios, 28, 19
¿Se imagina correr una maratón? ¿Qué cree que se necesita para ganar una? ¿Cree que está listo para ganar una maratón a día de hoy?
Yo, particularmente, NO ESTOY LISTA PARA CORRER y GANAR LA MARATÓN. ¿Qué quiere decir esto?
Bien mi querido hermano(a), para correr una maratón necesito prepararme muy bien y eso implica años de intenso entrenamiento, que no sólo tiene que ver con levantarme todas las mañanas y salir a correr y dar vueltas por todo el parque como una loquita.
Necesito tener una alimentación sana, baja en grasas y muy bien equilibrada, que quizá yo no sepa como programar, pero que un especialista, como lo es el nutricionista, puede hacer.
Tengo que formar mi carácter, y sobre todo ser disciplinada en todo, desde que abro los ojos por la mañana hasta que le digo buenas noches a mis padres. No puedo tomarme el permiso de perder ni siquiera un minuto invirtiendo mal mi tiempo cuando sé que mi sueño es ganar esa maratón. Por el contrario, necesito tener puesta mi mirada y todo mi ser en ella.
Como todo buen deportista, necesito a una persona que me entrene, que me diga cómo tengo que guiarme en esta nueva decisión mía de correr una maratón. Mi entrenador se levantará temprano, igual que yo, me corregirá cuando no cumpla con alguna serie de ejercicios, quizá en ocasiones me felicite, pero también me exigirá humildad y me pedirá tener los pies sobre la tierra.
Este entrenador mío cuidará que no eche todo a perder con mi ímpetu y vehemencia de creer que ya no es necesario practicar más porque ya estoy lista, él me hará ver mis errores, me exigirá al máximo porque la meta que deseo alcanzar lo merece.
Habrá días en que posiblemente quiera tirar la toalla, que quiera decir ¡BASTA! Pero mi entrenador me alentará, me exhortará y, sobre todo, me hará ver más allá de lo que en ese momento yo puedo ver.
Los días pasarán y, junto a ellos, todo aquello que necesitaba corregir, y mi entrenador seguirá junto a mí. Hasta que el gran día llegue, que mis piernas no tengan ninguna fractura y que todo mi ser esté bien preparado; ese día mis músculos estarán fortalecidos, no seré más esa niñita a lo que todo solía refutar o la que se desesperaba porque no quería esperar más. Ese día, tanto mi cuerpo como mi mente estarán listos y será cuando me encamine a esa gran meta, correré muchos kilómetros pero ya sabré cómo hacer para que el aire no me falte, mi cuerpo resistirá, mi mente controlará mis emociones hasta que finalmente diré: LLEGUÉ A LA META.
Querido hermano(a), correr la gran maratón es empezar una amistad especial con un hijo(a) de Dios, donde el temor a Él sea el primer ingrediente, donde los egoísmos de ambas partes no existan, sino la infaltable búsqueda del bienestar del otro. Donde el propósito sea llegar a la meta: EL MATRIMONIO.
Esa amistad especial necesita, en PRIMER LUGAR, entrenar muy duro y sobretodo dejarse entrenar, disciplinar, guiar, corregir por su entrenador: DIOS. Así es, Dios será ese entrenador que le hará ver sus errores, quien le alentará, Él le dará paciencia, fe en la medida que usted se lo pida en oración. Dios escuchará esa petición suya de cambiar de manera de pensar si así lo necesita.
Y, así como el deportista que tiene que tener una alimentación sana, usted necesitará alimentarse sanamente también; ¿cómo?: buscando de Dios para ser un mejor hombre o mujer de Dios y también será imprescindible dejar ciertos hábitos que no le ayudarán para nada en su propósito de correr esa maratón con su compañero(a).
¿Quién dijo que los cambios no cuestan? Desde luego que cuestan, y mucho, porque se renuncia a uno mismo y se da paso a lo que es bueno para su crecimiento como ser humano, pero estoy segura que valdrá la pena si realmente quiere llegar a esa META y sobre todo celebrarla de la manera más dulce y tierna, con el AMOR NADA EGOÍSTA QUE USTED ESTARÁ LISTO(A) PARA DAR.
Ya sé que en ocasiones es desalentador mirar a los lados y ver a muchas personas con sus medias naranjas, complementos, o como usted desee llamarlo, pero de un tiempo a esta parte me he hecho una pregunta de esas que me hacen pensar mucho: ¿Habrán entrenado estas parejas, cada una de manera individual, para ahora correr esa gran maratón? ¿O es que sólo están juntos por emoción, ilusión o un amor quizás nada edificante?
La respuesta la obtengo en un plis plas: desafortunadamente es contestada cuando veo divorcios, peleas, golpes, insultos, engaños, egoísmos, búsqueda de otro ser amado y no dar amor verdadero, cuando veo lágrimas de amargura de muchas muchachas o de muchachos yendo a hoteles a dar “amor”. Cuando veo todo ese desorden en sus relaciones compruebo, efectivamente, que NO ESTABAN LISTOS PARA CORRER LA GRAN MARATÓN y que NO LLEGARÁN A LA META SANOS Y SALVOS.
Como dije al principio, YO RECONOZCO NO ESTAR LISTA PARA CORRER LA GRAN MARATÓN Y MUCHO MENOS PARA LLEGAR A LA META, tengo muchas cosas que resolver conmigo misma y por supuesto con mi Padre Celestial, necesito, a decir verdad, su entrenamiento. Necesito que me ayude, dirija, aliente, enseñe y corrija. En estos momentos sería una necedad muy grande si decido correr la gran maratón con otra persona.
Uno de mis sueños es casarme con un hombre que ame a Dios verdaderamente, porque sólo de esa manera él me amará de verdad y no “a su manera”. Dios ha puesto ese sueño en mi corazón y sé que el matrimonio es mi llamado, pero ahora necesito entrenarme, desechar de mí lo que no me edifica. Más claro, querido hermano(a), quiero darle a esa persona lo mejor que tengo: DIOS EN MI VIDA, LATIENDO A MIL POR HORA. Y no niego que tengo que negar mis sentimientos, emociones e inseguridades, falta de confianza... que solían acecharme de una manera increíble y que muchas veces me hicieron alejarme de una de mis metas.
Sin embargo, nuestro Dios cuando te llama a servirle no te suelta para nada; aunque usted huya como Jonás, con Dios no se juega, Él le buscará y le hablará a través de todo y de todos. Por eso querido hermano soltero, soltera, si se encuentra en una relación que sabe perfectamente que no está bien o ve que está cometiendo muchos errores debido a esa falta de entrenamiento, entonces le invito a que sea sabio(a) y se ponga a entrenar desde ya. Su futuro está en sus manos; usted decide, es únicamente un Sí o un No a la felicidad que sólo obtendrá bajo la cobertura de Dios.
Luche, pero no con su cuerpo, pelee la gran batalla sin buscar a “salvadores del amor”, no espere que las heridas que tiene en su corazón sean sanadas por personas de carne y hueso, permita que Dios se las sane. No espere ser la víctima, sea más bien el valiente de la película, ... ¡Sea valiente....!
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