“Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. Y el rescate que él pagó no consistió simplemente en oro o plata sino que fue la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.” 1 Pedro 1:18-19 (Nueva Traducción Viviente).
Cuando fui confrontado por mi conciencia por los pecados que había cometido en mi vida pasada, el veredicto fue sencillo, culpable. Después de confesarle mis pecados a DIOS y pedirle perdón, mi alma esperaba un castigo inminente. Pasaron por mi mente las fechorías que había cometido y con tal de que desapareciera la culpa estaba dispuesto a pagarlo todo con el castigo. Pero, para mi sorpresa, no lo hubo. Por el contrario, Jesús me perdonó y cubrió mi culpa (Isaías 53:4-5). En vez de recibir lo que merecía por mis actos, recibí salvación y un nuevo comienzo por lo que Jesús ya había hecho. Él llevó mi culpa y la tuya en la Cruz para darnos un fresco y nuevo comienzo.
Lo increíble acerca de la Cruz es que Jesús da gratuitamente un nuevo y fresco comienzo a todo el que lo reciba como Salvador. La sangre de Cristo es rociada en las conciencias de los creyentes para que éstos sean sin culpa ante DIOS (Hebreos 10:22). La sangre de Cristo tiene todo el poder para cerrar cualquier puerta del pasado, para borrar cualquier mancha en el alma y para quitar toda culpa. Pero hace falta creerlo de todo corazón. Cuando una persona nace de nuevo, DIOS ve a un nuevo ser en lo espiritual. Con las cuentas a cero, no en números rojos de deuda, sino con la certeza de que cuando éste peque no será condenado si se mantiene en Cristo (Juan 5:24).
La gracia de Jesús es un regalo que se recibe para vivir en victoria sobre el pecado y la muerte (Romanos 5:17); no es algo que se obtenga por medio de obras, penitencias o castigos. La gracia concebida como un regalo inmerecido de parte de DIOS a Sus hijos es el mejor aliado en su crecimiento. Gracia inmerecida y sublime. Así como lo escribió John Newton en su famoso himno “Sublime Gracia”, DIOS toma a los esclavos y los libera, a los ciegos los hace ver, a los que eran piltrafas humanas les convierte en obras maestras, a los que eran culpables les declara inocentes. Así de maravillosa es la gracia de DIOS.
No andes por la vida cargando culpas que Jesús ya pagó y no recuerda más. El enemigo no tiene derecho de acusarte; Jesús le tapó la boca en la Cruz. Que nadie te condene, incluyéndote a ti mismo, por lo que Jesús ya pagó. Jamás esperes castigo, Jesús tomó el castigo que merecías para darte gratuitamente Su gracia.
Sumérgete día a día en la frescura de la sangre de Cristo y vive en victoria.
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