miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Almacenista y La Cajera - vídeo

En un supermercado, Kurtis, el almacenista, estaba ocupado trabajando cuando oyó una voz por los altavoces solicitando que algún trabajador se acercara a la caja 4.  Kurtis casi había terminado y quería tomar algo de aire fresco pero decidió responder a la llamada. Al acercarse a la caja una sonrisa distante llamó su atención; la nueva cajera era hermosa.
Era mayor que él, de tal vez 26 años, mientras que él sólo tenía 22, y se enamoró de ella. Más tarde, ese mismo día, tras terminar su turno, esperó cerca del reloj de marcar para averiguar su nombre. Ella llegó al salón de descanso, le sonrió suavemente, tomó su tarjeta, la marcó, y se fue. Él miró su tarjeta: Brenda. Salió, sólo para verla caminar por la calle.
Al día siguiente, esperó fuera mientras ella salía del supermercado y le ofreció llevarla a casa a casa.  Él se veía bastante inofensivo porque ella aceptó. Cuando la dejó, le preguntó si podría verla de nuevo, fuera de horas de trabajo.  Ella dijo simplemente que no sería posible. Tras insistir, ella explicó que tenía dos niños y que no podía pagar una niñera, por lo que él se ofreció a hacerlo.  Algo reticente, ella aceptó su oferta para una cita el sábado siguiente.
Ese sábado por la noche, él llegó a la casa de ella tan sólo para enterarse de que no podría salir con él porque la niñera la había llamado para avisarle de que no podría ir.  Ante esto, Kurtis simplemente dijo: “Bueno, llevemos a los niños con nosotros”.  Ella intentó explicarle que aquello no era una opción, pero, no aceptando un no por respuesta, él insistió.  Finalmente, Brenda le llevó dentro para conocer a sus niños. Tenía una hija lindísima, pensó Kurtis.  Entonces Brenda le trajo a su hijo en una silla de ruedas. Había nacido paraplégico y con el Síndrome de Down.
Kurtis le preguntó a Brenda: “Todavía no puedo comprender por qué no pueden venir con nosotros”.  Brenda estaba sorprendida.  La mayoría de los hombres huirían de una mujer con dos hijos, especialmente si uno de ellos era discapacitado, tal y como lo había hecho su primer marido y padre de los niños. Pero Kurtis no era como los demás… tenía una mentalidad distinta.
Esa noche, Kurtis y Brenda cargaron con los niños, fueron a cenar y al cine.  Cuando el hijo de ella necesitó algo, Kurtis se encargó de él. Cuando necesitó ir al baño, le levantó de su silla de ruedas, le cargó y le trajo de vuelta.  A los niños les encantó Kurtis.  Para el final de la velada, Brenda sabía que ese era el hombre con quien querría casarse y pasar el resto de su vida. Un año más tarde, se casaron y Kurtis adoptó a ambos niños.  Desde entonces han tenido dos más.
Así que, ¿qué fue de Kurtis, el almacenista, y de Brenda, la cajera?  Bueno, el señor y la señora Warner ahora viven en Arizona.  Le pueden ver jugar como capitán del equipo de los Cardenales de Arizona en la NFL.
¿Le sorprendió este final o pudieron darse cuenta de que él no era una persona ordinaria?  Algunos atletas también son grandes personas.  
Aunque la mayoría de ustedes tal vez no sean fanáticos del fútbol americano, es digna de atención esta historia, confirmada por varias fuentes. Se trata de uno de los jugadores que participó en la última edición del “Super Tazón” de este deporte en los EEUU. El claro testimonio de este hombre le ha ganado la admiración de la comunidad.
Es al mismo tiempo una bonita historia de la superación personal de un hombre sencillo, pero con un corazón lo suficientemente tierno como para acoger a quienes están en necesidad.  Ojalá que permitamos que el Señor también nos permita hacer lo mismo. Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo


                          La FELICIDAD es una elección
                y no esta condicionada a tu situación.





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