Muchos cristianos proclaman la escritura: “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Esta escritura es efectiva si “amamos a Dios”, es decir, si “guardamos los mandamientos” es por ello que la palabra nos dice lo siguiente: “Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días” (Deuteronomio 11:1) ¿Amas a Dios? Obedece los mandamientos, “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. (Juan 14:21)

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15) es la declaración sencilla y directa de Jesús, y Él mismo es un ejemplo perfecto de obediencia y amor a Dios. Dios es fiel, Él cumple su palabra, sólo nos pide ser obedientes y así recibiremos su gracia y misericordia, “Conoce, pues, que Jehová, tu Dios, es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta por mil generaciones”, (Deuteronomio 7:9). Ciertamente debemos entender que “amar a Dios” no es sólo de palabras sino de hechos. Ser obedientes por amor a Dios, Él es nuestro Padre y ha prometido ser fiel y que si obedecemos “todas las cosas nos ayudarán a bien”, en el nombre del Señor Jesucristo, amén.
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