sábado, 22 de septiembre de 2012

Quiero Caminar en La Revelación - Devocional

“Entonces el Señor extendió su mano y tocó mi boca y me dijo: He aquí yo pongo mis palabras en tu boca” Jeremías 1:9
Hoy quiero preguntarme si soy un cristiano por enseñanza o por revelación.
Si yo estoy simplemente parloteando verdades que alguien me ha dicho..¡ay de mí.. y ay de la congregación donde lo hago!.
Cuando el Señor Jesús se enfrentó a Pablo camino a Damasco Él se reveló a sí mismo a su más ardiente enemigo. Después de esto Pablo no consultó con nadie sino que fue al desierto para recibir revelación. Más tarde cuando él apareció predicando su mensaje fue encarnado.
No lo aprendió a los pies de un maestro terrenal, sino que lo aprendió a los pies de Jesús.
La Educación Cristiana tiene su lugar pero jamás deberá ocupar el lugar de la revelación. Yo, hoy, no quiero ser uno más entre los cristianos que han tomado la cultura de Cristo sin tomar a Cristo mismo. Muchos de los que hablan de Cristo en el mundo son como los discípulos antes del Pentecostés, rendidos por Cristo pero no invadidos por Él. Y necesitamos, después de rendirnos, dejarnos invadir.
Hoy quiero ser invadido en todas las áreas de mi vida por el Señor. Después del Pentecostés los discípulos no necesitaron ser enseñados, ellos sólo necesitaron la oportunidad precisa para liberar lo que se les había revelado.
Si Jesús no se atrevió a hablar de él mismo, ¿cómo lo puedo yo hacer hoy? Si Jesús sólo habló lo que fue revelado a Él por el Padre,¿cómo es posible que yo predique algo que no me ha sido revelado a mí?
Cuando abro mis labios para compartir lo que he recibido de Dios en mi encuentro personal con Él algo maravilloso sucede a los que me escuchan, porque sus vidas serán impactadas, no por meras palabras, sino por el toque de Dios.
Hoy, quiero que el Señor toque mis labios, para que de mis labios salgan las palabras que trasmitan la revelación del Señor.
Señor, Gracias por la manifestación de tu amor.
Gracias porque tus palabras son puestas en mi boca y si hoy he de hablar con alguien, o enseñar o predicar, no quiero que sean sólo palabras aprendidas en forma humana, sino que antes de compartir lo que deseo sea recibido como una revelación personal a mi corazón.
Sé que toda revelación personal no puede estar por encima de las Sagradas Escrituras, pero esa revelación más bien es la comprensión de tu palabra para una especifica situación de mi vida que luego tocará a otros. Gracias, porque tu compañía es real y pones tus palabras en mis labios. Amén.

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