Según el libro "Guiness" de las marcas mundiales, una jovencita de 15 años de edad bostezó continuamente durante cinco semanas en 1.988. No se dieron detalles en cuanto a la razón del apuro de la niña.
Esto me hizo preguntarme por qué bostezamos. ¿Por qué una persona de repente estira la boca abriéndola totalmente, respira hondo y exhala un suspiro? La respuesta es que en una respiración superficial el aire caliente sofocante o el nerviosismo pueden agotar el oxígeno del cuerpo. Así que nuestro Creador y Diseñador nos equipó con un reflejo de respiración profunda que envía un flujo de oxígeno al rescate. Aparte de esta explicación técnica, un bostezo o un suspiro, por lo general, son señal de nerviosismo, cansancio o aburrimiento.
Dejando a un lado el bostezo desde el punto de vista mundano, desde el espiritual tenemos "el suspiro del alma". Si leemos "Eclesiastés", casi podemos escuchar a Salomón suspirar cuando se cansaba de una cosa tras otra, en un esfuerzo por encontrar el significado de ellas. Una y otra vez su espíritu reaccionó a las diferentes situaciones y terminó exclamando: "Todo es vanidad". Todo lo que tocaba producía un vacío. Finalmente se dio cuenta de que nada satisface excepto el Temor de Dios y guardar sus mandamientos.
Eclesiastés 2:20 Por tanto me desesperé en gran manera por todo el fruto de mi trabajo con que me había afanado bajo el sol.
"Señor, ayúdanos a ver que nuestros suspiros de desencanto con los placeres y las cosas de esta vida tienen el propósito de llevarnos a ti. Sólo Tú das significación eterna a todo lo que perseguimos".
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