Puesto que Dios jamás nos desampara, bien podemos estar contentos de lo presente. Puesto que el Señor es nuestro, jamás podremos quedar desamparados, sin un amigo, sin un tesoro, sin un refugio. Con tal protección no podremos ser tentados a adular servilmente a nuestros prójimos y pedirles permiso para vivir.
Lo que decimos podemos decirlo con resolución desafiando a todos los que nos contradicen. Quien a Dios teme a nadie más puede temer. Tan grande debiera ser nuestro temor respetuoso al Señor que todas las amenazas de nuestros orgullosos perseguidores sean para nosotros como el silbido del viento. En nuestros días no pueden los hombres perjudicarnos tanto como en el tiempo del apóstol que escribió este versículo.
El tormento y la hoguera han pasado de moda, y nadie puede hoy quemar a los herejes. Si los discípulos de falsos maestros nos escarnecen cruelmente y se mofan de nosotros, no hemos de maravillarnos, porque los mundanos jamás podrán amar la simiente espiritual. ¿Entonces qué? Debemos soportar el escarnio del mundo; éste no quiebra hueso alguno. Con la ayuda de Dios, seamos valientes, y si el mundo se enfurece, dejémosle en su furor, pero no le temamos.
Hoy la seguridad de que el Señor está a mi lado hace que todo temor se desvanezca.
Señor, qué grato es tener tu compañía. Es fuerza, energía y Vida Eterna. Amén.
Él te ama, tal y como eres, no pide más de ti, solo que le ames.
¡Ríndete a Él, de corazón! Deja todo ante Él y respira su paz y amor sobre ti.
Dios se me manifestó hace ya mucho tiempo, diciendo:
Jeremías 31:3
Deuteronomio 7:8
mas porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.
Salmos 25:6
Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas.
Salmos 103:17
Mas la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos.
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