—Dos euros—, le respondió la camarera.
El niño sacó las monedas que llevaba en su bolsillo derecho y después de meditar un rato le preguntó, “Señorita, y ¿cuánto cuesta un helado de chocolate en vasito?
Algunas personas esperaban mesa y la camarera ya estaba un poco impaciente.
—¡Un euro cincuenta! —, le contestó bruscamente.
El niño volvió a contar las moneditas y dijo:
“Entonces me da un helado en vasito”.
El niño volvió a contar las moneditas y dijo:
“Entonces me da un helado en vasito”.
La camarera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y fue a atender otras mesas, refunfuñando por el tiempo que le había hecho perder el niño.
El niño terminó de comerse el helado, pagó en la caja y se fue. Poco después la camarera llegó a la mesa que el niño había ocupado para limpiarla, y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puestos ordenadamente junto al plato vacío, había cincuenta céntimos de euro… su propina.
El niño terminó de comerse el helado, pagó en la caja y se fue. Poco después la camarera llegó a la mesa que el niño había ocupado para limpiarla, y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puestos ordenadamente junto al plato vacío, había cincuenta céntimos de euro… su propina.
Eso es amabilidad.
Desafortunadamente, vivimos en un mundo que parece una pelea de perros donde cada quien sólo busca sus propios intereses. Y a veces eso nos deja con el corazón endurecido. Algo dentro de nosotros muere cada vez que vemos actos de violencia, caos, conflicto y crueldad.
De manera que esta semana, yo te desafío a que hagas actos inesperados de bondad.
Erasmo de Rótterdam dijo: “La oscuridad desaparece cuando la luz está presente”.
Un acto inesperado de bondad es un gesto que uno hace sin esperar nada a cambio y que sorprende al que lo recibe.
Por ejemplo,
Ayuda a un anciano a cruzar la calle.
Ayuda a un anciano a cruzar la calle.
Anónimamente pon monedas en los parquímetros de alguien más.
Ayuda a tu vecino a cortar el césped.
Dale a alguien más tu estacionamiento en la plaza comercial.
Cómprale café a extraños en una cafetería.
Dale tu almuerzo a la persona que pide dinero en la esquina.
Jesucristo dijo: “Les aseguro que Dios no se olvidará de premiar al que dé un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores, aunque se trate del menos importante”.
De manera que esta semana siembra semillas de bondad y yo te garantizo que al final serás recompensado.
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