martes, 10 de julio de 2012

Salto olímpico-Reflexión

Cuenta este relato de un joven que fue entrenado para Salto Artístico a nivel olímpico. La única influencia religiosa que recibió en su vida le llegó a través de un amigo cristiano. El deportista no prestó mayor atención a los sermones de su amigo, aunque los escuchaba con frecuencia.
Una noche, fue a la piscina de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar. El joven se subió al trampolín más alto, volvió la espalda a la piscina colocándose en el filo de la rampa y extendió sus brazos.
Vio su propia sombra en la pared. La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz. En lugar de saltar, se arrodilló y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida. Mientras el joven permanecía quieto el personal de limpieza llegó y encendió las luces. Habían vaciado la piscina para repararla.
Sí, yo amo a Jesús. Él es mi fuente de existencia y mi Salvador. Me mantiene funcionando cada día de mi vida. Sin Él, no sería nada. Sin Él, no soy nada, pero con Él lo soy todo, “Puedo hacer todas las cosas a través de Cristo que me da fuerzas”
Esta es la prueba más simple que existe, si amas a Jesús y no te averguenzas de las cosas maravillosas que ha hecho Él por ti.
Fiipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me Fortalece”

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