Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que el hachero se decidió a hacer un buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar, En un solo día cortó 18 árboles.
Te felicito, dijo el capataz, sigue así; Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente; así esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque.
A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que 15 árboles. Me debo haber cansado, pensó, y decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó y decidió batir su marca de 18 árboles. Sin embargo ese día no llegó ni a la mitad.
Al día siguiente fueron 7, luego 5 y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol. Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer.
El capataz le preguntó: ¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez?
- ¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles dijo el hachero.
El capataz le preguntó: ¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez?
- ¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles dijo el hachero.
Querido amigo, podemos ver a la luz de la Biblia, como en muchos pasajes se menciona que El Señor Jesucristo se apartaba continuamente para estar a solas con Dios; podemos observar que siempre estaba buscando un momento para hablar con su Padre Celestial. A veces he querido imaginar como serian esas conversaciones con Papá, comentándole todas las experiencias increíbles, y también aquellas tan penosas que tuvo que pasar constantemente, y creo que en esa relación tan intima, Él sencillamente comprobaba que su agenda del día siguiente estuviera conforme al corazón del Señor. Además, no olvidemos que en ese cien por ciento hombre, se cansaba debido a las largas jornadas que le tocaba desarrollar día a día, y Él sabia que necesitaba apartarse a solas con Dios.
Y es que sólo hay una manera de ser muy efectivos, ya sea en nuestro trabajo o en el ministerio que nos haya sido entregado, y es buscando la presencia de nuestro Señor Jesucristo, con una actitud de humildad y sencillez de corazón, declarándole a Él, cuanto le necesitamos, reconociendo que sin su gracia y sabiduría nada podremos hacer y es que podemos tomar mucho tiempo para la lectura de la Biblia o de otros libros, escribir, estudiar, esforzarnos arduamente en la preparación de técnicas, seminarios, etc, pero si ese quebrantamiento de espíritu, que solo viene a través de la oración, en la intimidad con Él, no está siendo ejercitado dentro de nuestro ser, el hacha de nuestro espíritu no estará siendo afilada, ya que el filo para nuestra hacha espiritual solamente se encuentra en el corazón de nuestro amado Señor Jesús. Cuando nos hemos olvidado de parar para afilar el hacha, no tardaremos mucho en darnos cuenta que no estamos siendo lo suficientemente efectivos en lo que estamos desempeñando, sea secular, o los negocios del cielo… notaremos que si no está fluyendo la palabra de Dios en nuestras bocas, es porque no hemos entrado al lugar secreto como el Señor nos lo manda hacer.
Y es que sólo hay una manera de ser muy efectivos, ya sea en nuestro trabajo o en el ministerio que nos haya sido entregado, y es buscando la presencia de nuestro Señor Jesucristo, con una actitud de humildad y sencillez de corazón, declarándole a Él, cuanto le necesitamos, reconociendo que sin su gracia y sabiduría nada podremos hacer y es que podemos tomar mucho tiempo para la lectura de la Biblia o de otros libros, escribir, estudiar, esforzarnos arduamente en la preparación de técnicas, seminarios, etc, pero si ese quebrantamiento de espíritu, que solo viene a través de la oración, en la intimidad con Él, no está siendo ejercitado dentro de nuestro ser, el hacha de nuestro espíritu no estará siendo afilada, ya que el filo para nuestra hacha espiritual solamente se encuentra en el corazón de nuestro amado Señor Jesús. Cuando nos hemos olvidado de parar para afilar el hacha, no tardaremos mucho en darnos cuenta que no estamos siendo lo suficientemente efectivos en lo que estamos desempeñando, sea secular, o los negocios del cielo… notaremos que si no está fluyendo la palabra de Dios en nuestras bocas, es porque no hemos entrado al lugar secreto como el Señor nos lo manda hacer.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo. 6:6
Cuando pagamos el precio de orar en el secreto de nuestra habitación, la recompensa prometida por nuestro Padre Celestial es evidente en nuestras vidas. La oración que sale del corazón de un hombre o una mujer que se toma tiempo para estar a solas con Dios, seguro que marcará una enorme diferencia donde quiera que se lleve a cabo; milagros van a suceder, como por ejemplo la convicción del pecado y por supuesto que el arrepentimiento será evidente en los oyentes, los enfermos sanaran, los cautivos empezaran a ser libres, el entendimiento entenebrecido se aclarará, y en el trabajo por realizar, las fuerzas, el poder y la sabiduría, fluirán como un río.
2ª.Corintios.3.17 dice; Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
¿Estás cansado?
¿ Se han agotado tus fuerzas?
¿El desánimo ha entrado en tu corazón?
¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez? El hacha de nuestra alma únicamente puede ser afilada en la presencia del Santo de Israel, nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.
¿ Se han agotado tus fuerzas?
¿El desánimo ha entrado en tu corazón?
¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez? El hacha de nuestra alma únicamente puede ser afilada en la presencia del Santo de Israel, nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.
Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, o sigues luchando, con tus propias fuerzas, queriendo ser efectivo en lo que haces, o te detienes para estar a solas con Jesús, sabiendo que al salir de ese lugar, tu hacha estará lista de nuevo.
¡Tú decides!
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