Gracias Señor, por
mis brazos perfectos cuando hay tantos mutilados
Gracias señor, por
mis ojos perfectos cuando hay tantos sin luz
Gracias Señor, por
mi boca que habla cuando hay tantas bocas que enmudecen.
Gracias Señor, por
mis manos que trabajan cuando hay tantas que mendigan.
Es maravilloso, Señor, tener un hogar para volver cuando tanta gente no tiene dónde
ir.
Es maravilloso, Señor, sonreír, soñar, amar y vivir, cuando hay tantos que lloran, tantos que se
revuelven en pesadillas, tantos que odian, y tantos que han muerto antes de
nacer.
Es maravilloso, Señor, sobre todo, tener tan poco que pedir y tanto, tanto, que
agradecer.
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