”Y cuando comenzaron a entonar cánticos y alabanzas, el Señor puso emboscadas contra los hijos de Amón, de Moab y del Monte Seir, que habían venido contra Judá, y fueron derrotados”. 2 Crónicas 20:22
Debemos aprender una gran lección del poder que se experimenta cuando el pueblo alaba y glorifica al señor. No hay nada que pueda asustar y amedrentar a un pueblo que sabe en quién ha creído y a quién le ha creído. Los enemigos eran fuertes, pero ellos sabían que Dios era mas fuerte, nuestros problemas hoy, las angustias de hoy y las soledades son muy grandes, pero mas grande es nuestro Dios: Judá fue afrontado por mortales enemigos como lo eran Amón y Moab, y el rey Josafat los conocía, por ello en el verso 3: “Y Josafat tuvo miedo”.
Sí, el miedo se apodero de él porque sabía la clase de enemigos que ellos eran; cuantas veces nosotros también hemos sentido miedo, porque sabemos la clase de enemigos que son la enfermedad, la derrota económica, la perdida de la familia, un hijo que cae en drogas o perversión sexual, la perdida de la salud mental y emocional o física; esos son enemigos que nos infunden miedo, como lo sintió Josafat. Pero qué hizo Josafat cuando sintió miedo. El mismo verso 3 dice: “Y Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al señor…” Y se dispuso a buscar al señor. Oh que gran lección.
Cuando el miedo nos invade el mejor camino fue el que tomó Josafat: buscad al señor hoy, quizá el miedo ha tocado la puerta de tu hogar o ha llegado a tu oficina, o simplemente se asoma a la ventana de tu mente. Puedes retroceder, puedes temblar, puedes decir ya no hay remedio; pero mejor es buscar al señor.
Cuando buscamos al señor nuevas fuerzas vienen y la orientación que necesitamos viene de él, y en esa búsqueda, Josafat dijo: No tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer, pero nuestros ojos están vueltos hacía ti; en esta oración Josafat conoció:
- Primero: la magnitud del problema.
- Segundo: la magnitud de su incapacidad.
- Tercero: reconoció la magnitud y magnificencia de Dios cuando dijo: “Pero nuestros ojos están vueltos hacia ti”.
Están nuestros ojos hoy vueltos a Dios o están en nuestros problemas. Están nuestros ojos solo mirando nuestra incapacidad o están mirando la capacidad de Dios. ¿Cuál fue la respuesta de Dios?: la misma que es para ti para hoy , también para mi, escúchala, no temáis, ni os acobardéis delante de esta gran multitud porque la batalla no es vuestra sino de Dios.
Oh Señor… Hoy venimos a ti porque la multitud es mucha y nosotros no tenemos fuerzas y no sabemos qué hacer, pero nuestros ojos están vueltos a ti, solo a ti queremos verte, en estos momentos difíciles.
Amén
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