Creemos que cuando
no recibimos amor, eso nos duele, pero lo que nos duele no es eso. El dolor nos
acomete cuando no ofrecemos amor. Hemos nacido para amar. Se podría decir que
somos máquinas de amor creadas por Dios. Cuando mejor funcionamos es cuando
estamos dando amor. El mundo nos ha llevado a creer que nuestro bienestar
depende de que los demás nos amen, pero este es el tipo de pensamiento puesto
patas arriba que tantos problemas nos ha causado. La verdad es que nuestro
bienestar depende de que ofrezcamos amor: no de lo que nos devuelven a nosotros, sino de lo que nosotros ofrecemos.
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