viernes, 17 de febrero de 2017

Lo que enseña la alegría de los niños

Si hay alguien que vive los días festivos de Navidad con alegría e ilusión son los niños. Son fechas envueltas en magia e ilusión para ellos. Viven estos días (verdaderamente, casi todos los días del año) con una alegría en mayúsculas de la que, seguramente, hay mucho que aprender.
Un trocito de carta a los Reyes Magos de Olivier (8).No es una alegría al uso, de esa que podemos sentir como adultos, ésa que es en muchas ocasiones efímera, que se apaga una vez pasado el motivo. ¡Su alegría es mucho más profunda! Es la alegría de vivir, de estar abiertos a lo que venga, de confiar en la vida, de dejarse sorprender por ella, de abrirse a la curiosidad de lo inesperado… Alegría que se siente en el corazón y se transmite desde él.
Y es una alegría compartida. La comparten con nosotros, nos la regalan a través de su sonrisa, de su risa contagiosa, de su ensimismamiento cuando se juega con ellos, de sus abrazos llenos de ternura, de sus manos que buscan las tuyas. Porque la alegría solo es superlativa cuando se vive con el otro, con la generosidad de compartirla y regalarla.
“…pero quien sea alegre está activo, dispuesto, porque la alegría implica encontrarse pleno de ardor, de entusiasmo, porque se es animoso y gozoso”.
“”Recibir alegría implica reconocer que nuestra armonía podría desvanecerse sin la presencia y la palabra del otro, de la otra; nos da vida. Una alegría no lo es tanto si no hay con quien alegrarse. Por eso nos acompañamos de cuantos procuran lo mejor de y para nosotros mismos, quienes nos ofrecen algo que puede brotar espontaneo, pero que solo con él, con ella, emerge verdaderamente. Nos permiten saborear lo que la vida nos ofrece, nos dan alegría, la que no es propiedad de nadie, que solo destella cuando nos encontramos a su lado”.
En eso los niños son expertos y nosotros podemos aprender de su alegría, observándolos, acompañándolos y sobre todo ¡volviendo a ser niños! Recuperar a nuestro niño, ése que siempre está con nosotros, aunque puede que en algún rincón olvidado…¡Vuelve a él! Los días festivos de Navidad son fechas magníficas para un reencuentro con tu esencia, con la alegría inocente y juguetona que se apellida gratitud, amor, sorpresa.
Una excelente oportunidad de volver a ser niño es… ¿Recuerdas tu noche de Reyes? Tras una noche de nerviosismo, de un cosquilleo juguetón que invade todo el cuerpo, de asombro y admiración al ver llegar a sus Majestades los Reyes Magos de Oriente en sus carrozas de ensueño, rodeados de fantasía, misterio, alegría…; tras una noche en la que esos paquetes envueltos en papeles de colores pasan a un indudable segundo plano, llega el gran día.

Busca y Obedece la Dulce Voz del Espíritu Santo

El Espíritu Santo te guiará con su dulce voz de vida, paz y gozo. Si procuras y deseas escucharlo, tendrás una experiencia de comunión y madurez. Obedecer a nuestra conciencia junto a la voz de Dios, es la clave de nuestras victorias.
Romanos 9:1 dice: “Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me lo confirma en el Espíritu Santo”.
Resultado de imagen de Busca y Obedece la Dulce Voz del Espíritu SantoLa Voz de Dios es real, y supone un desafío constante estar atentos a oírla. A veces la voz de Dios no nos va a explicar las cosas en detalle, porque nuestra fe debe estar puesta en su Palabra, y es el Espíritu Santo quien, con su dulce voz, nos confirma las verdades de la biblia haciéndolas reales y vivas en nuestro interior. Nos da una certeza plena que deshace cualquier duda o temor.
Escuchar a Dios y obedecer su voz, nos lleva a tener la vida de Jesús y su paz, una plenitud interior..., nos da una experiencia sobrenatural. Necesitamos estar llenos de los ríos de vida del Espíritu Santo. El evangelio tiene poder solamente cuando fluye ungido por el Espíritu Santo. Cuando queremos que Dios nos hable, debemos buscar su voz, su presencia, orar, obtener la respuesta en la biblia con hambre y sed.
Si buscamos con sinceridad, a su tiempo tendremos la respuesta. Dios nos dará esa convicción llena de gozo y seguridad. Todo lo que nos impulsa desde la conciencia o el Espíritu a optar por el amor y la obediencia, procede de Dios. No ignores su llamado en tu corazón y conciencia, pues todos necesitamos seguir su orientación en nuestras decisiones diarias para tener la victoria.
Padre Dios, me dispongo a escucharte en este día. Necesito que me hables con tu voz de vida, gozo y paz. No permitas que me equivoque al tomar decisiones. Recibo ahora tu palabra y tu verdad, en el nombre de Jesús. Amén”.
 Martha Lucía Granada Castro

Vidas Superficiales

“Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios.”
Hebreos 3.13
Resultado de imagen de Vidas SuperficialesVivir en otro país nos ha alejado físicamente a mí y a mi esposa de las vidas de toda nuestra familia y la mayoría de nuestros amigos. Además de esta distancia geográfica está la difícil tarea de tratar de mantenernos involucrados en sus vidas.
Nuestro contacto es limitado, y el tiempo que logramos hablar lo invertimos sobre todo en conversaciones sobre lo que hemos estado haciendo y lo que haremos en los días por venir. Lo triste es que, para mucha gente, eso es lo único de lo que hablan con su familia y amigos, aunque viven en la misma ciudad y a veces hasta en la misma casa; en fin, habiendo temas mucho más importantes y cruciales de los que podrían hablar.
Tenemos una ventana de ocasiones muy limitada en la cual ambos podemos estar involucrados directamente en la vida del otro.
Sin duda alguna, hay tiempo para conversaciones simples y para ponernos al día, pero también hay una gran necesidad de conversaciones de un nivel mas profundo; conversaciones que tienen el propósito de animarse, ayudarse y advertirse los unos a los otros.
Cuando perdemos estas interacciones valiosas, no tomamos ventaja del valioso recurso que tenemos en los cercanos a nosotros.

La muerte de la duda

Le dijeron, pues, los otros discípulos:
-¡Hemos visto al Señor!
Él les dijo:
-Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré. (Juan 20:25).
Catalogar a Tomás simplemente como «el discípulo que dudó» (Juan 20:24-29) no sería justo. ¿Cuántos hubiéramos creído que nuestro ejecutado líder había resucitado? Deberíamos llamarlo «Tomás el valiente», ya que demostró un coraje impresionante mientras Jesús disponía intencionadamente los hechos que le condujeron a su muerte y resurrección.
Cuando murió Lázaro, Jesús había dicho: «Vamos a Judea otra vez» (Juan 11:7). Aunque los demás discípulos intentaron persuadirlo de no volver allí -«Rabí, hace poco los judíos intentaban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?» (verso 8) -, Tomás declaró: «Vamos también nosotros, para que muramos con él» (verso 16).
Las intenciones de Tomás demostraban ser más nobles que sus acciones. Cuando arrestaron a Jesús, huyó con el resto de los discípulos (Mateo 26:56) y dejó que solo Pedro y Juan acompañaran al Señor ante el sumo sacerdote.
Aunque había sido testigo de la resurrección de Lázaro (Juan 11:38-44), no podía creer que el Señor crucificado hubiera conquistado la muerte. Solamente al verlo personalmente resucitado, pudo exclamar: «¡Señor mío, y Dios mío!» (Juan 20:28). La respuesta que quitó las dudas de Tomás es enormemente consoladora para nosotros: «Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (verso 29).

Señor, ayúdame a no dudar de tu bondad y poder.
La duda sincera busca la luz; la incredulidad se conforma con la oscuridad.