Cuando era niño,
madres, padres, profesores, abuelos, tíos, vecinos,
eran autoridades dignas de respeto y
consideración.
Cuanto más
próximos o más viejos, más afecto nos dieron. Era
inimaginable
responder con falta de educación a los más ancianos,
a maestros o autoridades… HABÍA RESPETO.
Confiábamos
en los adultos porque todos eran padres,
de la manzana, del
barrio, de la ciudad…
Teníamos miedo de
lo oscuro, de los sapos, ratones, o de películas de terror…
Hoy tengo una
tristeza infinita por todo lo que hemos
perdido.
Por todo lo que
mis nietos un día temerán.
Por el miedo en la
mirada de los niños, jóvenes, viejos y adultos.
¿Derechos humanos para
criminales?,
¿deberes ilimitados
para ciudadanos honestos?
¿Pagar las deudas
es ser tonto?, ¿amnistía para los estafadores?
¿Los honestos son
pendejos?, ¿No tomar ventaja es ser necio?