lunes, 9 de abril de 2018

Grado de implicación real del cristiano evangélico en su iglesia

La vida cristiana es una tremenda y dulce experiencia. Es un crecimiento continuo. Dios quiere que crezcamos, que nuestra vida cristiana no pare de crecer. Para ello debemos tener muy en cuenta que no debemos ser únicamente oidores de la dulce y maravillosa Palabra de Dios, sino hacedores de la misma.

 

Si alguno es oidor de la palabra de Dios pero no hacedor de ella, ese es semejante al hombre que considera su rostro, natural en un espejo;  él se considera a sí mismo natural y se va, y pronto olvida cómo era. Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:23-25

 

La vida cristiana no es un evento sino una evolución continua, un proceso. Diremos que en ella hay tres niveles de crecimiento cristiano. Se va avanzando en ellos según el grado de implicación del cristiano mismo. Vemos, a modo de demostración, en Lucas 5 que: Inicialmente, el Señor ministró a orillas del lago de Genesaret.

 

-1º nivel: Todos comenzamos en la orilla y le conocemos a Jesús. Es en la orilla donde Dios toca nuestra vida. Pero Dios no quiere que sigamos siempre en la orilla. Cosas importantes suceden más allá de la misma. La Biblia dice que había mucha gente alrededor de Él. Jesús estaba predicando y la gente, en este 1º nivel, simplemente oía. Estaban ahí para, simplemente, entretenerse y olvidarse de todos los problemas. Por lo tanto aún no había ningún compromiso, incluso había cierta falta de interés en lo que Dios decía. El poco interés que había era por el beneficio personal en que Cristo hiciera un milagro por ellos, lo que sólo demuestra egoísmo personal de cierta gente. Pero eso no es todo en la vida cristiana.

 

-2º nivel: La Biblia dice que, después, Él entró en una barca y se retiró un poco más alejado de la orilla y comenzó a enseñar. Ya no estaba predicando, ahora estaba enseñando. En la predicación se necesitan oyentes, mas en la enseñanza se precisan discípulos, y un discípulo necesita practicar lo que se le instruye, tiene algo que hacer en la Obra de Dios.

En este nivel hacemos, o sentimos, más o menos habitualmente, la lectura de la Palabra de Dios, la oración, el tiempo devocional con Dios, y la comunión (congregación) con mis hermanos en Cristo.

Los discípulos, en este 2º nivel, estaban limpiando las redes pero se sentían frustrados. Habían estado pescando toda la noche pero no habían atrapado nada. En la vida actual, es como si trabajamos con denuedo y no vemos el fruto de nuestro trabajo. Así se sentían los discípulos. Y en medio de ese ambiente el Señor les invitó a ir al 3º nivel. Y es en este nivel donde algo grande sucede.

 

-3º nivel: El tercer nivel es el más importante. Y después le dijo a Pedro: hemos estado en el primer nivel, en la orilla. Está bien que hayamos estado también en el 2º nivel, pero ahora vamos mar adentro. Le ordenó ir mar adentro.

En este momento suceden cosas muy importantes:

1ª cosa: Acción. Dios nos pide, ahora, acción. Dios nos pide ejecutar, caminar. “Practica en profundidad lo que te di”. Acción es la clave de este nivel.

2ª: Desafío. Dios  es desafiador, retador. El Señor desafió a Pedro porque habían estado pescando toda la noche sin conseguir nada y el desafío era ir mar adentro, donde hay pesca abundante. Dios siempre nos desafía en el área en que hemos fallado, como en la familia, en los negocios, en el dinero, etc. Pero Dios sólo nos desafía en el tercer nivel. Ya fuimos preparados en los niveles anteriores.

3ª-: Mandamiento. Le dice a Pedro: “echad la red”. En este nivel Dios nos confronta con sus mandamientos. Y nos damos cuenta de que hay cosas que necesitamos hacer. No es si las quiero hacer. No es si las siento, no; las tenemos que hacer: lectura, diaria si se puede, de la Palabra de Dios, oración continua, tiempo devocional con Dios, diezmo, comunión (congregación) con mis hermanos en Cristo y, sobre todo, cumplir los mandamientos de Dios. Y después, falta cumplir “La gran comisión”, o sea, testimoniar. Y a todo esto, y para comprometernos de verdad, tenemos que añadir “Bautismo y Santa Cena”. Sin el Bautismo y la Santa Cena aún no podemos considerarnos realmente cristianos. Nos faltaría ese compromiso.

Palabra específica. Pedro le dijo a Jesús: Señor, estuvimos pescando toda la noche y no hemos logrado nada, o sea, las circunstancias me dicen que no, pero, siguiendo tu instrucción, regreso otra vez. Por tu “palabra” lo hago de nuevo. Esa palabra específica nos confirma que, aunque el médico diga “no”, Dios dice “sí”. Cuando las finanzas  dicen que “no”, Dios dice que “sí”. Cuando el asesor familiar dice “no”, Dios dice “sí”. Esto es así porque recibimos “palabra específica”. No recibimos esa “palabra” en el 1º y 2º nivel, pero sí en el tercero. Es entonces cuando puedo caminar por fe. Esa palabra específica es la “Palabra de Dios”, en quien deposito toda mi confianza.

Obediencia. La Biblia dice que, entonces Pedro tomó la “palabra específica”, la Palabra de Dios, y obedeció. Lo más difícil en la vida cristiana es ser obediente, pero Dios espera eso de nosotros. Cuando yo obedezco, Él me respalda; Él está a mi lado y me sostiene. Porque cuando yo doy el paso de la “obediencia” las ventanas del cielo se abren y la gloria de Dios cae sobre mí y me sostiene el resto del camino. Cuando él obedeció pescó mucho (la Biblia lo dice), las redes se rompían del peso de los peces pescados. Y entonces, recogemos el “fruto abundante”. Allí, mar adentro, están los peces grandes, la gran pesca que no se halla en el 2º nivel en el que solo hay peces pequeños que sirven de carnada para los peces grandes.

Dios siempre nos dará “fruto abundante” cuando caminamos por fe en su Palabra. Ese fruto abundante es para que lo compartamos.

Compartir el fruto. Es para que compartamos lo que Dios nos da. Dios nunca nos bendice para nosotros mismos, sino que nos bendice para que lo compartamos con otros. 

Cuando Pedro regresó a la orilla con su gran pesca, bajó de la barca; pero no lo hizo sonriente. En ese momento miró a Jesús y ya no le interesaba la pesca. Cambió su enfoque. Ya no le interesaba el milagro que Dios había hecho. Pedro estaba impresionado por Jesús, por su gran Amor, por su Poder, por su Santidad, y dijo: no me importa la pesca, Señor, ¡Tú eres lo que me importa! ¡Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador! Y entonces, vemos que ya no nos importa lo que con tanta ansia, con tanto afán, buscamos; nos importa Él. Él es grande. Si lo tengo a Él lo tengo todo; si no lo tengo a Él no tengo nada. Dios nos quiere llevar a ese nivel. Y el temor de Dios, el gran respeto hacia Él, se apodera de todos nosotros. Es cuando comenzamos a ver a Dios como nunca antes le hemos visto. Ya no queremos hacer nada de lo que antes hacíamos. Ahora queremos caminar con Él; ahora queremos estar con Dios.

Y entonces Dios cambió la dirección de la vida de Pedro. Le dijo: Pedro, ya no serás más pescador, desde hoy serás pescador de hombres. Ahora estás graduado, porque tú has entendido este principio. Y Pedro lo dejó todo y empezó a caminar con Jesús. Eso es lo que Dios quiere que hagamos. Dios toca nuestra vida. ¡Sigámoslo! Todo va a cambiar en nuestra vida a mejor.

 

¿En qué nivel o grado estamos?

 

M.G.L.

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