lunes, 15 de septiembre de 2014

Cicatrices - Reflexiones

En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a jugar a la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró al agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa, lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole, el niño se alarmó y miró, nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. En el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos, justo cuando el caimán le agarraba sus piernecitas. La mujer tiraba de él, determinada, con toda la fuerza de su corazón.
El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la dejaba abandonar. Un señor que escuchó los gritos, se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se subió las mangas y dijo: “Pero las que usted debe ver son estas”. Eran las marcas de las uñas de su mamá presionando con fuerza. “Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida”.
Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros errores, pero en otras se ve la huella de Dios, que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.
Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
Salmos 63:8
 Está mi alma apegada a ti: Tu diestra me ha sostenido. 

Salmos 138:7
 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás: Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. 

Salmos 139:7-10 
¿Adónde me iré de tu espíritu? ¿Y adónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás. Si tomare las alas del alba, Y habitare en el extremo de la mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.

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