jueves, 13 de junio de 2013

¿Es Dios real? ¿Cómo puedo saber con seguridad que Dios es real? - Pregunta cristiana - Vídeo

Respuesta: Sabemos que Dios es real porque se nos ha revelado de tres maneras: en la creación, en Su Palabra y en Su Hijo, Jesucristo.

La prueba más fundamental de la existencia de Dios está simplemente en lo que Él ha hecho. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20). “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos” (Salmos 19:1).

Si encontrara un reloj de pulsera en medio de un campo, no asumiría que simplemente “apareció” de la nada o que existió siempre. Basado en el diseño del reloj, asumiría que tuvo un diseñador. Pero hay un diseño más grande y una precisión mayor alrededor de nosotros en el mundo. Nuestra medida del tiempo no está basada en los relojes de pulsera, sino en las obra de las manos de Dios, como la rotación regular de la tierra y las propiedades radiactivas del átomo 133 de cesio. El universo despliega un grandioso diseño, y esto habla de un Grandioso Diseñador.

Si encontrara un mensaje codificado, buscaría un criptógrafo que me ayudase a descifrar el código. Mi suposición sería que hay un transmisor inteligente del mensaje, alguien que creó el código. ¡Cuán complejo es el “código” del ADN que llevamos en cada célula de nuestros cuerpos! ¿La complejidad y propósito del ADN, no alegan un Escritor Inteligente del código?

Dios no solamente ha hecho un mundo físico complejo y finamente armonizado, sino que, además, Él ha inculcado un sentido de eternidad en el corazón de cada persona (Eclesiastés 3:11). La humanidad tiene una percepción innata de que en la vida hay algo más que lo que el ojo capta, una existencia superior a la rutina terrenal. Nuestro sentido de la eternidad se manifiesta en al menos dos formas: en la legislación de la ley y la adoración.

Cada civilización, a través de la historia, ha valorado ciertas leyes morales sorprendentemente similares de cultura en cultura. Por ejemplo, el ideal del amor es apreciado universalmente, mientras que el acto de mentir es condenado, también universalmente. Esta moralidad común, este entendimiento global de lo correcto y lo erróneo, apunta hacia un Ser Supremo que nos dio tales escrúpulos morales.
De la misma manera, la gente en todo el mundo, sin reparar en la cultura, siempre ha cultivado un sistema de adoración. El objeto de la adoración puede variar, pero el sentido de un “poder superior” es una parte innegable del ser humano. Nuestra propensión a la adoración armoniza con el hecho de que Dios nos creó “a Su imagen” (Génesis 1:27).
También Dios se nos ha revelado por medio de la Biblia, en Su Palabra. A través de la Escritura, la existencia de Dios es tratada como un hecho patente (Génesis 1:1; Éxodo 3:14). Cuando Benjamín Franklin escribió su autobiografía, no gastó tiempo tratando de probar su propia existencia. Asimismo, Dios no pasa mucho tiempo probando Su existencia en Su libro. Su naturaleza en vidas cambiantes de la Biblia, su integridad, y los milagros que acompañaron sus escritos, deberían ser pruebas más que suficientes para garantizar un libro más cercano.

La tercera forma en la que Dios se reveló, es a través de Su Hijo, Jesucristo (Juan 14:6-11). “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:1,14). En Jesucristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).
En la vida maravillosa de Jesús, El guardó perfectamente toda la ley del Antiguo Testamento, y llevó a cabo las profecías concernientes al Mesías (Mateo 5:17). Ejecutó innumerables actos de compasión y milagros públicos, para autentificar Su mensaje y atestiguar de Su deidad (Juan 21:24-25). Luego, tres días después de Su crucifixión, resucitó; un hecho confirmado por cientos de testigos oculares (1ª Corintios 15:6). El registro histórico abunda en “pruebas” acerca de quién es Jesús. Como dijo el Apóstol Pablo, “No se ha hecho esto en algún rincón” (Hechos 26:26).
Nos damos cuenta de que siempre habrá escépticos, con sus propias ideas referentes a Dios y por consiguiente, van a estudiar la misma evidencia. Y habrá algunos, para los que no hay prueba que les convenza (Salmos 14:1). Todo se reduce básicamente a la fe (Hebreos 11:6).

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