Se encaramó a la barandilla preparándose para saltar. Los coches que pasaban comenzaron a detenerse y el tráfico se atascó en kilómetros. La policía llegó con los bomberos, ministros y profesionales de salud mental.
Comenzaron a hablar al hombre y pedirle que no saltara. Le dijeron que podría no morir; que se le romperían todos sus huesos y quedaría paralizado de por vida.
Como medio kilómetro atrás, en el tráfico atascado, había un viejo camión con cortadoras de césped, rastrillos y palas. Un viejo jardinero se bajó del camión y caminó hasta donde estaba reunida la multitud.
Se abrió paso entre la gente, miró hacia arriba, y le gritó al hombre en el borde: “Oiga, tengo que llegar a mi trabajo; salte o bájese del puente. Si decide no saltar,... ¡mañana va a ser mejor!”
Con eso que le dijo, el hombre bajó de la barandilla. La policía le esposó y le pusieron en el asiento trasero del coche policial. El jardinero caminó de vuelta a su camión esperando que se moviese el tráfico.
El ministro le preguntó al bombero: “¿Quién era ese hombre?” El bombero le contestó: “¡Dijo que tenía que ir a trabajar!”
La policía informó a la prensa, que de camino al hospital, el hombre, presunto suicida, siguió repitiendo una y otra vez: “Mañana será mejor”.
"Uno necesita ver un futuro para tener uno".
“No es lo que no sabemos lo que nos lastima más; es lo que pensamos que sabemos, ¡aunque no sea cierto!”.
Esta historia nos enfrenta a dos verdades muy interesantes: por un lado, la vida en sí misma es sencilla, pero somos nosotros los que la complicamos. Por otro, que cuando nos atrevemos a hacer algo por los demás, el impacto puede ser realmente poderoso… ¡tan sólo si damos un paso al frente!
Si nuestra vida se complica demasiado, es tiempo de recurrir al Autor y Consumador de todas las cosas, al Señor Jesucristo, y recibir de su parte, no sólo una visión o perspectiva renovada y transformada de la vida, sino también la gracia y el poder sobrenatural para poder vivirla a plenitud. De paso, descubriremos que esa gracia y poder nos habilitarán para intervenir, aunque de maneras aparentemente sencillas, en las vidas de otros para bendición. Bendiciones a todos.
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