martes, 24 de octubre de 2017

¿Cómo puedo vencer la tentación?

Resultado de imagen de ¿Cómo puedo yo vencer la tentación?Las Escrituras nos dicen que todos afrontamos las tentaciones. 1 Corintios 10:13 dice, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana." Tal vez esto proporciona un poco de aliento cuando a menudo sentimos que el mundo está imponiéndose sobre nosotros, y que otros parecen inmunes a las tentaciones. Se nos dice que Cristo también fue tentado: "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Hebreos 4:15).

¿De dónde vienen estas tentaciones? En primer lugar, no vienen de Dios, aunque Él las permite. Santiago 1:13 dice, "Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie.” En el primer capítulo de Job, vemos que Dios permitió a Satanás tentar a Job, pero con restricciones. Satanás anda en la tierra como león, buscando a gente para devorar (1 Pedro 5:8). El versículo 9 nos dice resistirlo, sabiendo que otros cristianos también están experimentando sus ataques. Por estos pasajes podemos saber que las tentaciones vienen de Satanás. Vemos en Santiago 1:14 que la tentación se origina en nosotros también. Somos tentados cuando somos "llevados y seducidos por nuestra propia lujuria" (verso 14). Nos permitimos tener ciertos pensamientos, ir a lugares donde no deberíamos ir y tomar decisiones basadas en nuestros deseos que nos llevan a la tentación.

Entonces, ¿cómo resistir las tentaciones? En primer lugar, debemos volver al ejemplo de Jesús cuando fue tentado en el desierto por Satanás en Mateo 4:1-11. Cada una de las tentaciones de Satanás fue recibida con la misma respuesta: "Escrito está", seguida por las Escrituras. Si el Hijo de Dios usaba la Palabra de Dios para poner fin a las tentaciones de forma efectiva – lo cual sabemos que funciona, porque después de tres fallidos esfuerzos, "el diablo entonces lo dejó" (verso 11) — ¿cuánto más necesitamos nosotros usarla para resistir nuestras propias tentaciones? Todos nuestros esfuerzos para resistir serán débiles e ineficaces a menos que sean impulsados por el Espíritu Santo a través de la constante lectura, estudio y meditación de la Palabra. De esta manera, seremos transformados “por medio de la renovación de nuestro entendimiento." (Romanos 12:2). No hay otra arma eficaz contra la tentación salvo la "espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios" (Efesios 6:17). Colosenses 3:2 dice: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Si nuestras mentes están llenas de los últimos programas de televisión, la música y todo lo que la cultura tiene para ofrecer, seremos bombardeados con mensajes e imágenes que inevitablemente conducen a deseos pecaminosos. Pero si nuestras mentes están llenas de la majestad y santidad de Dios, el amor y la compasión de Cristo y el brillo de ambos reflejado en Su Palabra perfecta, encontraremos que nuestro interés en las lujurias de este mundo disminuirá y desaparecerá. Pero sin la influencia de la Palabra en nuestras mentes, estamos abiertos a cualquier cosa que Satanás quiere usar para atacarnos.

El más poderoso

El Señor reina; se vistió de magnificencia; el Señor se vistió, se ciñó de poder… Salmo 93;1).
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Las Cataratas del Iguazú, en la frontera entre Brasil y Argentina, son un sistema espectacular de 275 cascadas que cubren 2,7 kilómetros (1,67 millas) del río Iguazú. Grabadas sobre un muro en el lado brasileño, se encuentran las palabras del Salmo 93:4: «El Señor en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias ondas del mar». Debajo dice: «Dios siempre es más grande que todos nuestros problemas».
El escritor del Salmo 93, quien escribió estas palabras durante la época de la monarquía en Israel, sabía que Dios es el Rey supremo. Declaró: ¡Jehová reina! ¡Se ha vestido de majestad! ¡Jehová se ha vestido, se ha ceñido de poder! Afirmó también el mundo y no será removido. Firme es tu trono desde siempre; tú eres eternamente. Salmo 93;1-2. No importa cuán altas sean las olas, el Señor siempre las supera.
El rugir de las cataratas es magnífico, pero la perspectiva cambia si estamos en el agua y nos acercamos a toda velocidad a las cascadas. Tal vez ésta sea tu situación hoy. Los problemas se ciernen sobre ti y sientes que estás a punto de caer por las cataratas. En tales casos, el creyente tiene Alguien a quién acudir. Se trata del Señor, que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Efesios 3:20) porque es mucho más grande que nuestros problemas. 
Señor, eres mucho más grande que cualquier problema. Confío en ti.
No midas nunca el poder ilimitado de Dios según tus limitadas expectativas.

Un nombre nuevo

… Mirándolo Jesús, dijo:
—Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas —es decir, Pedro. Juan 1:42
Mark Labberton escribió sobre el poder de un nombre. Dijo: «Todavía siento el impacto que me produjo un amigo experto en música, cuando me llamó “músico”. Nadie me había llamado así. Yo no tocaba ningún instrumento ni tampoco era solista, sin embargo, al instante me sentí cómodo, conocido y amado. Notó, confirmó y valoró algo profundamente cierto acerca de mí».
Quizá Simón se sintió así cuando Jesús le cambió el nombre. Cuando Andrés se convenció de que Jesús era el Mesías, buscó a su hermano Simón y se lo presentó (Juan 1:41-42). El Señor examinó su corazón, y confirmó y valoró algo sumamente cierto sobre él: percibió la naturaleza impetuosa y la derrota que lo sumiría en problemas, pero más allá de eso, vio su potencial para convertirse en líder de la iglesia. Entonces, lo llamó Cefas (en arameo, Pedro): una piedra (Juan 1:42; Mateo 16:18).
Y así sucede con nosotros. Dios ve nuestro orgullo, enojo y falta de amor hacia los demás, pero también sabe quiénes somos en Cristo. Nos llama justificados y reconciliados (Romanos 5:9-10); perdonados, santos y amados (Colosenses 2:13; 3:12); escogidos y fieles (Apocalipsis 17:14). Recuerda cómo te ve Dios y permite que eso defina quién eres.
Señor, ayúdame a ver a los demás con tus ojos. 
Nadie puede robarte tu identidad en Cristo.