martes, 12 de septiembre de 2017

Un poquito del paraíso

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas… (Apocalipsis 21:5).
Por la ventana de mi oficina, escucho las aves cantar y veo las hojas de los árboles moverse con el delicado susurro del viento. Fardos de heno salpican el campo recién cultivado de mi vecino, mientras grandes nubes blancas contrastan con el claro cielo azul.
Disfruto de un poquito del paraíso… excepto por el casi incesante ruido del tráfico que atraviesa nuestra propiedad y por mi leve dolor de cintura. Uso a la ligera la palabra paraíso porque, aunque nuestro mundo fue una vez completamente bueno, ya no lo es. Cuando Adán y Eva pecaron, y con ellos la humanidad, fueron expulsados del huerto de Edén, y la tierra fue maldecida (Génesis 3). Desde entonces, todo lo que hay en ella ha estado sujeto a «la esclavitud de corrupción». Sufrimiento, enfermedad e incluso nuestra muerte son resultados de la caída en el pecado del ser humano (Romanos 8:18-23).
Aun así, Dios hará nuevas todas las cosas. Un día, Él morará entre su pueblo en una nueva creación: «un cielo nuevo y una tierra nueva», donde «ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 21:1-4). Por ahora, solo podemos disfrutar pinceladas resplandecientes de la imponente belleza que nos rodea; un pequeño atisbo del «paraíso» que vendrá. 
Señor, gracias por permitirnos vislumbrar tu belleza en este mundo. 
Dios está haciendo todo nuevo.

El verdadero gozo

Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11

Resultado de imagen de el verdadero gozo del cristianoAmemos a los demás antes de exigir que nos amen. Cultivemos lo más noble que haya en nosotros y seamos prestos en reconocer las buenas cualidades de los demás. El saberse apreciado es un admirable estímulo y motivo de satisfacción. La empatía y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la excelencia, y el amor aumenta al estimular la persecución de fines cada vez más nobles.
Ni el esposo ni la esposa deben fundir su individualidad en la de su cónyuge. Cada cual tiene su relación personal con Dios. Cada uno ha de preguntarse: «¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo cumpliré mejor el propósito de mi vida?». Fluya el caudal del cariño de cada uno hacia Aquel que dio su vida por ellos. Considérese a Cristo el primero, el último y el mejor en todo. En la medida en que su amor a Cristo se profundice y fortalezca, se purificará y fortalecerá su amor mutuo.
Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intenten imponer sus deseos uno a otro. No pueden hacer esto y conservar el amor mutuo. Sean bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios pueden hacerse felices el uno al otro, tal como lo prometieron al casarse.

¿Menciona la Biblia el Noviazgo?

¿La Biblia habla acerca del noviazgo? ¿Cuáles son los requisitos para tener un buen noviazgo?
En primer lugar, sí, la Biblia habla mu­cho del noviazgo, aunque no lo menciona en los términos que se usan actualmente.
re enamorándonos, amor, noviazgo, bibliaEl término “novio” es relativamente mo­derno y no está en los escritos del libro sagrado; pero sí, la Biblia tiene mucho que decir con relación al tema.
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. (Isaías 61:10)
Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. (Joel 2:16)
En la Biblia se mencionan situaciones en donde las parejas que sentían amor entre ellos formalizan una relación y se casan. (Ejemplo: Jacob y Raquel en Génesis 29), sin embargo no se menciona la palabra “noviazgo”. Es importante saber cómo utilizar este término.