sábado, 19 de agosto de 2017

Un encuentro con Dios

El año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el Templo. 
(Isaías 6:1)
Dios nos anhela celosamente y desea que tengamos un encuentro personal con Él cada día de nuestras vidas. Por eso muchas personas se estancan en el camino, porque no se dan cuenta de la importancia de tener nuestro encuentro diario con Dios.
El diccionario define "Encuentro" como: Acto de coincidir en un punto / Acto de encontrarse (hallarse dos o más personas).
El profeta Isaías tuvo este encuentro personal con Dios. En Isaías 6:1-8 podemos ver lo que sucede cuando nos encontramos con Dios día a día.
Podemos ver la gloria de Dios. (verso 1)
El Profeta Isaías pudo contemplar la sublime presencia de Dios. Un velo fue corrido de sus ojos y pudo ver algo más allá de lo natural, algo más allá de la lógica y de lo que nuestra mente finita puede llegar a comprender.
En un encuentro con Dios, nuestros ojos espirituales son abiertos y, a pesar de las circunstancias, la gloria de Dios se hace tan presente en nuestras vidas, que podemos ver la bendición en lugar de ver solo el problema o el obstáculo que nos impide avanzar en nuestro caminar con Dios.
Cuando vemos la gloria de Dios nos damos cuenta que Él es sobre todo lo que hay a nuestro alrededor y que para Él no hay nada imposible.
Se nos revela lo desconocido. (verso 2)
Cuando dentro de la presencia de Dios el velo de nuestros ojos es quitado, podemos ver lo desconocido. La Biblia nos dice que hay cosas grandes y ocultas que no conocemos (Jeremías 33:3), cosas que nadie ha visto y que nadie ha escuchado, ni mucho menos nos hemos imaginado. Dios las tiene preparadas para aquellos que realmente aman a Dios y lo buscan día a día (1 Corintios 2:9).
Lo que antes era incomprensible o no conocíamos, ahora ya no lo es. Al ser nuestros ojos abiertos por la gloria de Dios, también nuestro entendimiento es abierto, y así podemos comprender lo espiritual, lo que es de Dios.
El Espíritu de Dios viene a nuestras vidas y destapa los secretos divinos para fortalecer nuestra vida espiritual.
Podemos experimentar la santidad de Dios. (verso 3)
Dios es Santo, santo, santo. Al experimentar la santidad de Dios en nuestros corazones, nos hace alabarlo y exaltarlo por lo que Él es (Salmos 30:4). Nuestro espíritu se une al Espíritu de Dios y es entonces cuando comienza un fluir de adoración a Dios, y podemos derramar nuestro corazón de una forma sincera.
Los serafines no paraban de dar voces alabando a Dios; tan grande es la santidad de Dios que el pecado no puede habitar cerca de Él.
Somos llenos de su gloria. (versos 3, 4)
En el verso 3 leemos que “toda la tierra está llena de su gloria” y en el verso cuatro que “la casa se llenó de humo”. Esto nos habla de que Dios llena todo de su esencia; Él es Aquel que todo lo llena en todo (Efesios 1:23b).
Ésta es una de las cosas que Dios quiere, que seamos llenos de su gloria y majestad, la que provoca en nuestras vidas un cambio genuino. Llenar denota ser lleno hasta arriba, ser lleno en toda la capacidad. Dios quiere que seamos portadores de su gloria, que la gente desee tener lo que Él nos ha dado.

Bajo sus alas

Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y protección es su verdad. Salmo 91:4
Cuando pienso en la protección no suelo pensar en las plumas de un ave, pues aunque éstas pueden parecer una forma frágil de protección, las apariencias engañan.
Las plumas de las aves son un ejemplo maravilloso del diseño de Dios. Tienen una parte suave y una esponjosa. La parte suave tiene puntas rígidas con pequeños ganchos que se entrelazan como los dientes de un cierre. La parte esponjosa le da calor al ave. Juntas, ambas partes protegen al pájaro del viento y la lluvia. Sin embargo, como los pichones están cubiertos de una pelusa y sus plumas no se han desarrollado del todo, la madre tiene que cubrirlos con sus propias plumas para protegerlos del viento y la lluvia.

La imagen de Dios que nos cubre «con sus plumas» en el Salmo 91:4 y en otros pasajes (Salmo 17:8) nos proporciona consuelo y protección. Nos viene a la mente una madre pájaro que cubre a sus pequeños con sus plumas. Al igual que un padre cuyos brazos son un refugio seguro de una tormenta o una herida, la presencia reconfortante de Dios proporciona seguridad y protección de las tormentas emocionales de la vida.

Aunque atravesemos problemas y angustias, podemos enfrentarlos sin temor, siempre y cuando miremos a Dios. Él es nuestro «refugio» (91:2, 4, 9 LBLA).  LW

Padre, gracias por ser más grande que cualquiera de mis temores.
Cuando el temor borra la esperanza, Dios es nuestro refugio siempre presente.

Suicidio – ¿Cielo o Infierno?

El tema del suicidio no se aborda con mucha frecuencia en los círculos cristianos y cuando se hace, por lo general, va junto a respuestas muy emocionales que no son razonadas demasiado bien. Dentro de la controversia que produce el tema, atendamos la voz de la razón y de la gracia.
suicidio, cielo o infiernoÉste es un caso particular de una persona que no fue inmune a esta tragedia. 
A los 18 años, sospeché que mi padre cometió suicidio. Era el principio de los 80, y el sida había comenzado a generalizarse. Se involucró en un estilo de vida con las drogas y el sexo promiscuo, y así estaba viviendo un alto riesgo. En la última imagen que tengo de él se ve exactamente igual que las personas que fueron totalmente acabadas por el SIDA. Debido a esto mi familia sospecha que cuando él se enteró que tenía SIDA, se quitó la vida.
El primer funeral que oficié era de un amigo de la secundaria que sufría de esquizofrenia, y terminó quitandose la vida, porque las voces en su cabeza le decían que él era el anti-cristo. Mi amigo había aceptado a Jesús en mi iglesia, y creo que realmente había nacido de nuevo. Desafortunadamente, debido al consumo de drogas en su vida anterior, se había convertido también en un enfermo mental.
Hace unos 10 años, mi tío, que pastoreaba una iglesia fielmente durante 25 años, se quitó la vida. Había sufrido un ataque de nervios y nunca se recuperó completamente. Él fue mi mentor, amigo y padre en la fe. Estoy seguro de que tenía una relación personal con Jesús.
Mucha gente ante este tipo de situaciones tiene una reacción instintiva. Se basarán en la emoción y no en la razón y la gracia. En el caso de mi padre, yo creo que él hizo su elección. Yo sé que él conocía el evangelio y que Dios quería tener una relación con él. Y no creo que él aceptó la oferta.
Pero mi tío sí había tomado la decisión de aceptar esa oferta. Era cristiano por definición de la palabra. Así que la pregunta es: ¿Puede hacer el suicidio que te vayas al infierno? ¿Pierdes el cielo? Esta es una doctrina que se enseña en muchas iglesias, tanto la católica y la protestante.