viernes, 21 de julio de 2017

¿Cómo distribuye Dios los dones espirituales? ¿Me dará Dios el don espiritual que le pida?

Resultado de imagen de ¿Cómo distribuye Dios los dones espirituales? ¿Me dará Dios el don espiritual que le pida? Romanos 12:3-8 y 1 Corintios 12, exponen muy claramente que a cada cristiano le son otorgados dones espirituales de acuerdo a la elección del Señor. Los dones espirituales son impartidos con el propósito de edificar al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:714:12). Aunque no se menciona específicamente el momento exacto en que estos dones son asignados, la mayoría asume que los dones espirituales son recibidos en el momento del nacimiento espiritual (el momento de la salvación). Sin embargo, hay algunos versos que indican, que a veces Dios también otorga los dones espirituales posteriormente. 1 Timoteo 4:14 y 2 Timoteo 1:6 hacen referencia ambos a un “don” que había recibido Timoteo al momento de su ordenación “mediante profecía.” Esto parece indicar que durante la ordenación de Timoteo, uno de los ancianos habló, bajo la influencia de Dios, de un don espiritual que Timoteo recibiría como un instrumento para su futuro ministerio.

También se nos dice en 1 Corintios 12:28-31 y en 1 Corintios 14:12-14 que es Dios (no nosotros) quien elige esos dones. Estos pasajes también indican que no todos tendrán un don en particular. Pablo les dice a los creyentes corintios, que si ellos van a codiciar o anhelar los dones espirituales, deben dejar de lado su fascinación por los dones “espectaculares” o “llamativos”, y en su lugar procurar los dones más edificantes, tales como el de profecía (hablar la Palabra de Dios para la edificación de otros). Ahora bien, ¿por qué Pablo les habría de decir que se esforzaran por desear los dones “mejores,” si ya se les había dado todo lo que recibirían, y no habría más oportunidad para ganar estos dones “mejores”? Se puede deducir, que así como Salomón pidió sabiduría a Dios para poder gobernar sobre Su pueblo, así Dios nos otorgará aquellos dones que necesitemos para ser de beneficio a Su iglesia. 

Habiendo dicho esto, queda claro que estos dones son distribuidos de acuerdo a la elección de Dios, no a la nuestra. Si cada corintio deseara grandemente un don en particular, como el de profecía, Dios no les daría a todos ese don solo porque lo anhelaran fervientemente. ¿Por qué? Porque ¿dónde estarían aquellos que son necesarios para servir en todas las otras funciones del cuerpo de Cristo? 

Hay una cosa que está totalmente clara: el mandato de Dios conlleva la capacitación de Dios. Si Dios nos ordena hacer algo (cosas como testificar, amar a los no amados, discipular a las naciones, etc.), Él nos equipará para hacerlo. Algunos pueden no estar tan “dotados” para evangelizar como otros, pero Dios ordena a todos los cristianos que testifiquen y discipulen (Mateo 28:18-20Hechos 1:8). Todos estamos llamados a evangelizar, ya sea que tengamos o no el don espiritual de evangelismo. Un determinado cristiano que se esfuerza por aprender la Palabra y desarrollar sus habilidades de enseñanza, será un mejor maestro que uno que pueda tener el don espiritual de enseñanza pero que lo haya descuidado. 

¿Dios es tan bueno?

“Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones.” (Salmo 100:5)
Hace mucho tiempo, en un reino distante vivía un rey que no creía en la bondad de Dios. Tenía, sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba esa verdad, y en todas las situaciones decía:
roboam, Dios es bueno, bueno-¡Rey mío, no se desanime, porque todo lo que Dios hace es perfecto, Él nunca se equivoca!
Un día el rey salió a cazar con su súbdito, y una fiera de la jungla lo atacó. El súbdito consiguió matar al animal, pero no pudo evitar que su majestad perdiese el dedo meñique de la mano derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido y sin mostrar agradecimiento por los esfuerzos de su siervo por salvarle la vida, le preguntó:
-Y ahora, ¿qué me dices? ¿Dios es bueno? Si no hubiera sido atacado no hubiera perdido mi dedo.
El siervo respondió:
-Rey mío, a pesar de todo, solamente puedo decirle que Dios es bueno y que quizá perder un dedo sea para su bien; todo lo que Dios hace es perfecto, Él nunca se equivoca.
El rey, indignado con la respuesta del súbdito, mandó que fuese preso en la celda más oscura y más fétida del calabozo.
Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente a cazar, y fue atacado esta vez por una tribu de indios que vivían en la selva. Estos indios eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios humanos para sus dioses.
Inmediatamente después que capturaron al rey, comenzaron a preparar llenos de júbilo el ritual del sacrificio. Cuando ya tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena, al examinar a la víctima, observó furioso:
¡Este hombre no puede ser sacrificado porque es defectuoso! Le falta un dedo. El rey, pues, fue liberado.
Al volver al palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera a su presencia.
Al ver a su siervo, lo abrazó afectuosamente diciendo: Dios fue realmente bueno conmigo. Tú debes haberte enterado que escapé precisamente porque no tenía uno de mis dedos. Ahora tengo una gran deuda en mi corazón. Pero me queda una duda: si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieras preso, tú que tanto lo defendiste?
El siervo sonrió y dijo:
-Rey mío, si yo hubiera estado junto a usted en esa caza, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ya que no me falta ningún dedo. Por lo tanto, acuérdese siempre, que todo lo que Dios hace es perfecto, Él nunca se equivoca.
Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. (Salmo 34:8)
Dios te cuidará siempre.

Los que esperan a Jehová

Isaías 40:31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
"Levantarán las alas". Más bien: “Echarán nuevo plumaje como águilas”; lo mismo que "se renovarán a sí mismos". La cláusula paralela “tendrán nuevas fuerzas” confirma este sentido. Se creía que el águila cambiaba su plumaje en la vejez, y con ello renovaba su fuerza. Sin embargo, la “Versión Reina-Valera está respaldada por gradación descendente: levantarán, correrán, caminarán. El hijo de Dios que en todas las situaciones ora y espera “es fuerte en el Señor”.
Isaías describe el poder de Dios para crear, su provisión y su presencia para ayudar. Dios es omnipotente y todopoderoso, pero aun así, cuida de cada uno de nosotros de forma personal. Ninguna persona ni cosa puede compararse a Dios (Isaías 40.25). Definimos a Dios lo mejor que podemos con nuestro conocimiento y lenguaje escasos, pero solo limitamos nuestro entendimiento de Él y su poder cuando lo comparamos con lo que experimentamos en la tierra. ¿Cuál es su concepto de Dios, y sobre todo, cómo se reveló en su Hijo, Jesucristo? No limite la obra de Dios en su vida al subestimarlo.
Aun la gente más fuerte tiene momentos en que se cansa, pero el poder y la fuerza de Dios nunca disminuyen. Nunca está demasiado cansado ni ocupado para ayudarnos o escucharnos. Su fuerza es nuestra fuente de fortaleza. Cuando sienta que todo en la vida lo aplasta y no pueda dar un paso más, recuerde que puede clamar a Dios para que renueve su fuerza.
Esperar en Jehová es saber que su fuerza prometida nos ayuda a levantarnos por encima de las confusiones y dificultades de la vida. Significa también confiar en Dios. Esto nos ayuda a estar preparados para cuando Él nos hable. Entonces seremos pacientes cuando nos pida que esperemos el cumplimiento de las promesas que se encuentran en su Palabra.
Esperar consume, esperar irrita, esperar desgasta, esperar desespera, esperar angustia nuestra vida. Pero, esperando es la manera en que Dios nos dará sus promesas. Personalmente, en esa etapa de mi vida esperé nuevas fuerzas; en esos momentos me sentía frágil, y parecía que la fortaleza que Dios había prometido no llegaría a mi vida. En esos momentos, que eran además, el comienzo del ministerio en otro país como misionero y becario, mi fortaleza había sido mermada. Aquello que me impulsaba ya no lo tenía conmigo. Pero fue en ese momento cuando encontré mi verdadera fortaleza pues no sabía que era capaz. Decidí esperar en Él de manera activa.