domingo, 11 de junio de 2017

Huesos secos

Me dijo entonces:
—Profetiza sobre estos huesos, y diles: “¡Huesos secos, oíd palabra de Jehová! Ezequiel 37: 4.

¿Te gustan los macarrones? ¡A mí me encantan! Vamos a probarlos. 
-¡Ay, ay, esto no tiene buen sabor! 
-¿Que les falta? 
Resultado de imagen de huesos secos ezequiel-Bueno, estos macarrones no están bien cocinados. Necesitamos cocerlos en agua caliente, después colarlos y prepararlos con alguna salsa. Si los preparamos bien, estos macarrones secos volverán a la vida y tendrán un sabor delicioso.

Dios enseñó al profeta Ezequiel un valle lleno de huesos secos. Estaban esparcidos por todo el lugar y no tenían vida. Dios preguntó a Ezequiel: «¿Pueden vivir estos huesos?».
—Oh señor —dijo—, solo Tú sabes la respuesta a esa pregunta.
Entonces Dios habló a Ezequiel: «Diles a esos huesos secos que volverán a vivir». Ezequiel dio el mensaje a los huesos. Mientras hablaba, vio que los huesos se unieron y formaron esqueletos completos. Se llenaron de carne y finalmente de piel. Luego sopló un viento y les dio aliento.
Los cuerpos comenzaron a moverse. ¡Eran personas vivas nuevamente!

Muchas veces creemos que todo está perdido y que no hay solución para los problemas. Pero así como Dios dio vida a esos huesos secos, también puede mejorar las cosas negativas de nuestra vida. Así sucederá, cuando confiemos en Él. 

Querido Jesús, cuando parezca que no hay esperanza, ayúdame a creer que Tú eres capaz de solucionar cualquier problema. Amén.

Tiempo libre

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española encontramos las siguientes definiciones de la palabra tiempo: Dícese de la duración de las cosas sujetas a variación, o dícese también de la magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos estableciendo un pasado, un presente y un futuro.
En la teología cristina encontramos el vocablo Kairós, término griego que significa momento adecuado u oportuno. Lo que es conocido como Tiempo de Dios. Es muy bueno contar con tiempo libre y cada uno lo emplea a su conveniencia, necesidad y voluntad en distintas áreas, como deporte, lectura, baile, conversación, descanso, paseos, mascotas...
Imagen relacionadaPero nosotros ya no debemos andar demasiado en las cosas del mundo, sino que, debemos andar en las cosas de nuestro Padre. Por ello Proverbios 12:11 dice: El que labra su tierra se saciará de pan; mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento.
Hacer las cosas cotidianas de forma diligente nos proveerá pan en nuestras mesas, y realizarlas además con eficacia, genera un tiempo libre para nuestro esparcimiento, y sobre todo y muy fundamentalmente, para nuestra edificación en Cristo Jesús. Por el contrario, rodearse de vagabundos es andar en vanidad, tonterías. Esto solo provocaría hambre en nuestra mesa y un exceso de tiempo en desocupación, lo que no sería saludable para nuestro cuerpo ni para nuestra alma.
Lucas 21:33-36 – El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

Anillos y gracia

porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades.» Hebreos 8:12
Cuando me miro las manos, recuerdo que perdí mis anillos de compromiso y de boda. Estaba haciendo varias cosas mientras empaquetaba para un viaje, y no tengo ni idea de dónde terminaron.
Me aterraba contarle mi error a mi esposo, porque me preocupaba cómo lo afectaría la noticia. Sin embargo, respondió con más compasión e interés por mí que preocupación por los anillos. No obstante, a veces quiero corresponder, hacer algo para ganarme su favor. Él, por el contrario, no me lo echa en cara.

Muchas veces, al recordar nuestros pecados, sentimos que tenemos que hacer algo para ganarnos el perdón de Dios. Pero el Señor dijo que es por gracia, y no por obras, que somos salvos (Efesios 2:8-9). Al hablar de un nuevo pacto, Dios le prometió a Israel: «Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados» (Jeremías 31:34). Tenemos un Dios que perdona y no recuerda más el mal que hicimos.
Quizá nos entristezca nuestro pasado, pero tenemos que confiar en su promesa y creer que su gracia y su perdón son reales a través de la fe en Jesucristo. Esta noticia debe llevarnos a la gratitud y a la seguridad que trae la fe. Cuando Dios perdona, olvida.
Querido Señor, gracias por tu misericordia y por ofrecer salvación y perdón a través de Cristo. Gracias por este regalo que no depende de nada de lo que yo haga.
La gracia y el perdón son dones inmerecidos.