Las actitudes de pedir perdón y perdonar son actitudes que sanan, liberan y restauran poderosamente, por lo tanto, necesitamos el poder del perdón para obtener la paz que necesitamos en nuestra vida.
Los seres humanos vivimos muchas circunstancias en la vida, y nos vemos frecuentemente inmersos en dramas y emociones que la alteran y nos afectan en muchas áreas.
Muchas de esas circunstancias nos producen dolor y frustraciones, y a veces somos nosotros los que provocamos dolor y sufrimiento a otras personas. Las personas con las que más nos exponemos a herir y/o ser heridos son aquellas que están mas cerca de nosotros, comenzando por el cónyuge, los hijos y familiares.
La verdad es que es imposible en esta vida no herir o ser herido. Esta realidad nos alcanza a todos los seres humanos, a unos más que a otros; pero al fin y al cabo todos sufrimos.
Las ofensas son agentes venenosos que atacan a una persona y depositan en ella frustración, rechazo, rencor, dolor y venganza. Si ese veneno no es sacado del sistema emocional de la persona herida, esa persona va a ser influenciada por sentimientos negativos que la van conducir a rebelarse y prepararse para una venganza o para una depresión severa.
Santiago 3:2 Todos ofendemos muchas veces. Mateo 6:14 y 15 Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Es evidente que todos los seres humanos ofendemos muchas veces y muchas de ellas inconscientemente; pero la instrucción de Dios es absolutamente mandataria: debemos perdonar sí o sí. Dios no nos da ninguna otra opción.