“Entonces respondió Elifaz el temanita, y dijo: Si probamos a hablarte, te será molesto; Pero ¿quién podrá detener las palabras? He aquí, tú enseñabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. ¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?” (Job 4:1-6)
Éstas fueron las palabras de uno de los amigos de Job que fue a consolarlo por la prueba tan dura que estaba atravesando. Ese amigo se llamaba Elifaz, el temanita, le dijo palabras llenas de verdad para hacer reflexionar a Job sobre el porqué de su condición y cómo debía afrontarla, pero su alocución no era completamente efectiva para la vida de Job, pues él no conocía lo que al principio del libro se nos da a conocer a nosotros los lectores: Job no estaba sufriendo a causa de sus pecados o sus injusticias, pues él era justo y recto, sino porque satanás quería destruirlo para hacerlo blasfemar contra Dios.
Pero aunque las palabras de Elifaz no se podían aplicar correctamente a la vida de Job, sí nos dan enseñanzas muy importantes a cada uno de nosotros, para reflexionar en ellas en los momentos en los que pasamos por las pruebas en nuestra propia vida. Reflexionemos en esas enseñanzas que podemos tomar para nosotros, cuando la prueba llega a nuestra vida.
I) EN LA PRUEBA ES CUANDO VERDADERAMENTE DEMOSTRAMOS NUESTRA CONFIANZA Y FE EN DIOS (versos 1-5)
Tal como lo dijo Elifaz, quizá nos podamos molestar con la verdad, pero es necesario que se nos diga la verdad para poder reaccionar, y esa verdad es que muchos de nosotros somos buenos para animar, para consolar, para fortalecer, cuando la prueba llega a la vida de otras personas; en cambio nos desanimamos, nos turbamos, es decir, no sabemos qué hacer ni qué decir, nos sentimos desalentados, cuando la prueba llega a nuestra propia vida.
El Señor nos hace comprender por medio de la prueba en nuestra vida, que no debemos juzgar ni ser crueles con las críticas que hacemos a otros cristianos que se apartan, que se desalientan, sino más bien orar por ellos y apoyarlos, pues eso mismo es lo que nosotros quisiéramos recibir en los momentos de prueba y de aflicción.
En la prueba, Dios nos hace comprender que no es lo mismo hablar que creer en Él, que no es lo mismo dar un consejo que aplicarlo a nuestra vida, pues en la prueba el Señor nos hace reconocer lo firme que es nuestra fe.
II) EN LA PRUEBA TENEMOS QUE REFLEXIONAR EN LO QUE SEMBRAMOS EN EL PASADO (versos 7-8)
Elifaz quería hacer reflexionar a Job sobre la ley de la siembra y la cosecha, y por eso le pregunta ¿Qué inocente se ha perdido? Quería hacerlo comprender que su situación actual podía ser a causa de algún pecado que hubiera cometido, y estuviese recibiendo la consecuencia o el castigo de parte de Dios.
En el caso de Job sabemos que no era así, pero, ¿y en nuestra vida? ¿Estaremos cosechando lo que hemos sembrado? ¿Estaremos sufriendo las consecuencias de nuestro pecado? El único que puede responder esa pregunta somos cada uno de nosotros. Interiormente, en lo íntimo del corazón, en la prueba de nuestra vida el Señor quiere de nosotros sinceridad de corazón (Salmo 51:4 y 6).
Tenemos que pedir a Dios misericordia por medio de un corazón arrepentido, y Él nos la dará como lo ha prometido en su palabra (Proverbios 28:13).