jueves, 4 de mayo de 2017

Sigamos Soñando

Cuando todo pase, ¿cuál será el legado que dejarás a la siguiente generación? ¿Habrás hecho algo realmente relevante en tu vida que trascienda más allá de lo que tu mente finita pueda imaginar?
¿Qué ocurrió con todas esas metas y sueños que una vez tuvimos pero que, por diferentes motivos, como inexperiencia, falta de motivación o de recursos, optamos por colgar los guantes en plena pelea y los abandonamos?
Resultado de imagen de sigamos soñando sigamos creyendo
Si me pudiera definir en una sola palabra yo escogería: “SOÑADOR”, pues es exactamente lo que he sido toda mi vida, y aunque me he estrellado muchas veces con la cruda verdad del fracaso, también he podido ver muchos de estos sueños cumplirse aún aquellos que yo pensé que eran imposibles.
Seguramente no todos tus sueños se lleven a cabo, puede que muchos de ellos sí, pero esto nunca lo sabrás si no lo intentas…  Si nunca te arriesgas a cruzar el río nunca sabrás lo que te espera en la otra orilla.
Este pensamiento nos anima a seguir soñando… porque quien se atreve a seguir soñando nunca envejece, sino que se mantiene entusiasmado con sus mañanas. De hecho, la falta de sueños es, en última instancia, sinónima de muerte en vida.
El problema con muchos de nosotros es que hemos dejado de soñar, probablemente producto de los obstáculos que impidieron la realización de algún sueño en particular. Sin embargo, muchos de nuestros sueños sí se habrán de cumplir si les ponemos ganas y nos aferramos al Señor.

Se lucha por lo que se quiere

Desde el día que una persona me dijo esta frase no he dejado de recordarla; es una de esas frases que a veces te dicen, sin imaginar el significado tan grande que realmente tienen. El caso es que hay momentos en los que es necesario recordar que hay que luchar por las cosas que queremos. Todos tenemos por lo menos un deseo o un sueño anidado en nuestro corazón, pero olvidamos que los sueños y los deseos tienen una segunda parte: se pueden cumplir.
A veces deseamos tanto algo, que en lugar de usar nuestras fuerzas para luchar por cumplirlo, las malgastamos perdiendo el tiempo; y si no sale, lloramos, nos enojamos, nos desesperamos y decimos o hacemos cosas sin sentido; no nos damos cuenta que eso solo alarga el tiempo de espera más de lo que debería ser. Nos entristecemos por no recibir lo que queremos, pero muchas veces no hemos hecho ni el más mínimo esfuerzo por conseguirlo. En fin, si todo en esta vida fuera fácil no existiría el esfuerzo, pero tampoco las recompensas.
¿Qué es eso que tanto deseas para ti, que te ha legado a entristecer? El trabajo, la familia, la pareja, la estabilidad económica o laboral,... cualquier deseo que haya en tu corazón puede realizarse si LUCHAS por él. Quizá ya has pedido mucho a Dios por ello, pero seguro que Él quiere lo mejor para ti; sus planes son que en tu vida nada te haga falta, pero tu parte está en mantenerte en la lucha para merecer las bendiciones de Dios.
La clave para lograr un objetivo es ORAR y LUCHAR. Imagina que vas en una barca, y en tus manos tienes 2 remos; uno es la oración y el otro tu esfuerzo, los dos son necesarios. No podrías llegar a ningún lado usando solo uno, no puedes luchar sin orar para tener la ayuda de Dios, pero tampoco puedes solo orar y no poner nada de tu parte, los dos son los instrumentos que te llevan directo al triunfo.

Saber mucho sin saber nada

Mateo 18:3 Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Hoy cuando oraba, pedía al Señor que me librase del protagonismo, que me hiciera como en mi juventud, como un niño en la fe, pues recuerdo aquellos días cuando no sabía casi nada de Dios, y sin embargo Él me usaba a veces de maneras sorprendentes. No sabía nada en esos días, solo sabía que Jesús me había tocado, me había recibido y que dentro de mí podía sentir Su presencia. En esos días tenía un hambre insaciable de Dios. Bien advierte la Escritura que el conocimiento envanece.
Hoy Jesús no necesita hablar pues yo no lo dejo. No necesito Sus dulces palabras, yo solito puedo impresionar con mis palabras sin sustancia, rellenas de hueco conocimiento “bíblico” y sin poder transformador. Se puede saber mucho sin saber absolutamente nada. Se pude hablar mucho sin decir nada que valga la pena escuchar. Es precisamente mi forma de verme a mí mismo la que me permite entrar o me mantiene fuera de esa dimensión sobrenatural que es el Reino de los cielos, aquí en la tierra.
No se trata de la salvación, se trata de ver formarse el Reino de Dios en mi vida y en la vida de las personas a mi alrededor; se trata de vivir asido de la mano de papá comiendo sin medida del plato de Su amor, es oler a papá, es confiar ciegamente en Él. Es hacer del Rey del reino el protagonista de mi vida, y como dijo Juan el bautista, menguar para que Él crezca. Es considerar a los demás como superiores a mí mismo, dejando de verme como el especial tesoro de papá, viéndome igual que los demás. Es no considerarme digno de ni siquiera desatar Sus sandalias.

Gozo y paz

Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13«
¿Qué lo hace feliz?». Esta fue la pregunta que leí en la primera página de una revista muy conocida. Al hojearla, descubrí una multitud de artículos destinados a amueblar y decorar la casa, o a crear un jardín más bonito, etc. Vivir en un espacio agradable y confortable puede, sin duda, contribuir al bienestar, pero este privilegio no es accesible a todos.
En cambio, hay una felicidad a la que todos tienen acceso y es gratuita. He aquí os doy nuevas de gran gozo”, dijo el ángel a los pastores cuando Jesús nació. “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). El mundo de aquel entonces ni entendió ni quiso recibir esta buena noticia, pero hoy, todo aquel que se acerca a Jesús con fe puede experimentar el verdadero gozo de la salvación, del perdón y de la vida eterna.
Dios también da la paz: Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Él mismo hizo la paz “mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). Jesús, muerto y resucitado, dijo a sus discípulos tristes y temerosos: “Paz a vosotros” (Juan 20:21). Creer en el Señor Jesucristo conlleva experimentar esta paz profunda en nuestra conciencia y su gozo en nuestro corazón. Los primeros cristianos de Roma poseían esta felicidad y esta paz, y el apóstol Pablo deseaba que estuviesen rebosantes de ellas.
Cristianos, oremos para que Dios nos ayude a estar llenos de ellas y a transmitirlas a los que nos rodean.
“Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo” (Salmo 92:4). “Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia” (Hechos 2:28).