viernes, 14 de abril de 2017

¿Por qué perdonar?

Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Lucas 23;34
Cuando una amiga me traicionó, sabía que tendría que perdonarla, pero no estaba segura de poder hacerlo. Sus palabras me hirieron profundamente, y me sentí aguijoneada por el dolor y el enojo. Aunque hablamos y le dije que la perdonaba, durante mucho tiempo, cada vez que la veía, sentía punzadas de dolor, y me di cuenta de que todavía albergaba algo de resentimiento. Sin embargo, un día, Dios respondió a mis oraciones y me dio la capacidad de dejar atrás todo por completo. Por fin, era libre.
El perdón es fundamental para la fe cristiana, ya que nuestro Salvador nos perdonó, incluso mientras moría en la cruz. Jesús perdonó a los que lo clavaron allí, y oró al Padre para que los perdonara. No guardó amargura ni enojo, sino que mostró gracia y amor a aquellos que lo habían tratado injustamente.
Es un buen momento para considerar delante del Señor a cualquiera que tengamos que perdonar, para seguir el ejemplo de Jesús y extenderles su amor a los que nos lastiman. Cuando le pedimos a Dios a través de su Espíritu que nos ayude a perdonar, Él lo hace… aunque nos lleve tiempo hacerlo. Cuando lo hacemos, somos libres de la prisión de no saber perdonar.

Señor Jesús, a través de tu gracia y tu poder al habitar en mí, ayúdame a perdonar, para que tu amor me libere.
Aun en la cruz, Jesús perdonó a los que lo hirieron.

La Piedra Viva

Si leemos 1 Pedro 2:4-8 (ver también Isa. 28:16; Sal. 118:22; Isa. 8:14, 15), ¿a qué verdad crucial se está refiriendo Pedro aquí? ¿Qué nos está diciendo acerca del modo en que deberíamos actuar en respuesta a Jesús?
Después de decir a sus lectores que buscasen alimento espiritual, Pedro inmediatamente dirige su atención a Cristo Jesús, la Piedra viva (probablemente una referencia al Templo de Jerusalén).
En 1 Pedro 2:4 al 8, el apóstol cita tres pasajes del Antiguo Testamento que resaltan la importancia de las piedras angulares, representativas del papel de Jesús en su iglesia.
Resultado de imagen de la piedra viva en la bibliaPedro no es el único en aplicar estos versículos a Jesús. Jesús mismo utiliza el Salmo 118:22 al concluir una de sus parábolas, (parábola de los labradores malvados-Mateo 21:42), al igual que Pedro, en su discurso a los líderes judíos de Hechos 4:11. También Pablo utiliza Isaías 28:16 en Romanos 9:33.
El mensaje de Pedro es que, aun cuando Jesús fue rechazado y crucificado, fue el elegido por Dios para convertirse en la piedra del ángulo de la casa espiritual de Dios. Los cristianos, entonces, son piedras vivas que forman parte de la edificación de esta casa espiritual.
Al utilizar los términos “piedra del ángulo” y “piedras vivas” (ladrillos o bloques de construcción), Pedro presenta una imagen de la iglesia: la iglesia está fundada sobre Jesús, y está constituida por aquellos que lo siguen.
Convertirse en cristiano significa llegar a formar parte de la comunidad cristiana o iglesia local. Así como un ladrillo ha de formar parte de una estructura mayor, los cristianos son llamados a ser seguidores de Jesús, no aislados de los demás.

El Bautismo en Espíritu Santo y Fuego

El presente estudio “El Bautismo en Espíritu Santo y Fuego” nos enseña cuál era el propósito de la predicación de Juan el Bautista, el anunciar: “Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar agachado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo. (Marcos 1:7-8).
Marcos 1:4 “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados”.
Zacarías, su padre, profetiza sobre Juan el Bautista, el heraldo de Jesús.
Lucas 1:76-77 “Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados”
Esta es una de las profecías más bellas del Nuevo Testamento, que había tenido su parte inicial en el Antiguo Testamento, con Isaías, profetizando el ministerio de Juan el Bautista, el heraldo de nuestro Señor Jesucristo, que iba a preparar el camino para su ministerio.
Isaías 40:3  “Voz que clama en el desierto: preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”.
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Zacarías pronuncia una profecía acerca del reino y la salvación del Mesías.
Lo vemos en Lucas 1:67-70
“Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo,  y profetizó,  diciendo: bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio…”
Mateo 3:1-3 “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.
Cuando Juan dice: el reino de los cielos se ha acercado se refiere a que es el cumplimiento del tiempo, que el Cristo está a punto de iniciar su ministerio terrenal.
 ¿Qué anuncia Juan el Bautista?
La tarea que se le había asignado desde la niñez: Marcos 1:2-4 “Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.
Lo apropiado es aplicar a Juan el Bautista lo profetizado por Isaías 40:3, confirmado por Marcos 1:3. Porque es evidente por lo siguiente: a) Juan predicaba en el desierto; y b) la tarea que se le había asignado desde su niñez:
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, (Lucas 1:76-77).
Y aún antes “E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. (Lucas 1:17)
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”. (Malaquías 3:1).

Nuestro mejor Amigo

Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12
Cuando tenía doce años, mi familia se mudó a una ciudad en el desierto. Después de la clase de gimnasia, en medio del calor, salíamos corriendo a beber agua. Como era delgado y pequeño, a veces, me empujaban para adelantarse a tomar agua. Un día, mi amigo José, que era grande y fuerte, vio lo que me sucedía. Extendió su brazo y exclamó: «¡Oigan! ¡Dejen que Banks beba primero!». Nunca volví a tener problemas en el bebedero.
Jesús sabía lo que es enfrentarse al maltrato extremo. La Biblia muestra que fue «despreciado y desechado entre los hombres» (Isaías 53:3). Pero Jesús no fue solo una víctima, sino que se transformó en nuestro defensor. Al entregar su vida, abrió un «camino nuevo y vivo» para relacionarnos con Dios (Hebreos 10:20). Hizo por nosotros lo que jamás podríamos haber logrado solos, al ofrecernos el regalo de la salvación si nos arrepentimos del pecado y confiamos en Él.
Jesús es el mejor amigo que podríamos tener. Él dijo: «al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). Otros quizá nos hayan rechazado o incluso empujado, pero Dios nos abrió los brazos a través de la cruz. ¡Grande es nuestro Salvador!

«La obra redentora del amor se cumplió; peleada está la guerra; ganada la batalla. En vano la muerte le prohíbe levantarse; Cristo ya abrió el paraíso». 
El regalo de Dios tuvo un alto precio para Él.