domingo, 9 de abril de 2017

Muchos Lápices

Mi madre vive sola. Hace ocho años que mi padre murió, y ella no puede salir sola salvo para dar caminatas cortas. Tiene muchas dificultades con su memoria corta, y las conversaciones se limitan a unos cuantos comentarios repetidos.
Sin embargo, mi madre me dijo algo profundo: «El otro día estaba pensando en mis problemas y concluí de que no tengo nada de qué quejarme. Dios me está cuidando y tengo gente que me ayuda. Mi único problema es que no puedo acordarme de nada, pero tengo muchos lápices y papel para escribirlo todo.»
El apóstol Pablo luchaba con lo que él llamaba «un aguijón en la carne» (2 Corintios 12:7). Pero descubrió que en su debilidad, él experimentaba «el poder de Cristo» (verso 9). Dijo: «Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo» (verso 10).
Todos tenemos luchas. Éstas se pueden relacionar con la edad, las finanzas, las relaciones o miles de otras dificultades. Pero si de verdad disponemos nuestro corazón a confiar en Dios, y si permanecemos agradecidos incluso en medio de nuestros problemas, es más probable que reconozcamos que «no tenemos nada de qué quejarnos». 

Grito de victoria

Hace unos días estuve viendo el inicio de una serie documental dramática sobre la “vida y obra de Josué”; el capítulo comenzó con una historia extractada de la Biblia, del momento en el que Josué y los israelitas se apoderaron de la ciudad de Jericó.
Jericó estaba rodeada por un enorme muro construido para protegerla alrededor de la ciudad, y la fama que tenía es la de que ningún ejército lo podía penetrar; bueno, la realidad es que los ejércitos humanos no podían, pero el ejército guiado por Dios sí… porque para el Señor no hay nada imposible.
Resultado de imagen de Grito de victoriaLa orden fue que el ejército de Israel marchara alrededor de la ciudad, lo que causó temor en los habitantes de Jericó, y durante esos días nadie entraba ni salía.
El ejército hebreo fue instado por Dios para que, durante seis días, dieran una vuelta a la ciudad cada día; el séptimo día siete vueltas, y al toque prolongado de las bocinas, el pueblo gritaría a gran voz; el muro caería y finalmente, a la voz de Josué, el pueblo avanzaría. Así ocurrió, Dios les dio la victoria; los muros cayeron y el ejército de Israel obtuvo una gran victoria.

Llama la atención esta victoria, primero, porque dar vueltas marchando realmente no es una estrategia normal de guerra, y segundo, porque gritar para que grandes muros caigan no tiene nada que ver con los procesos habituales para que los grandes muros sean derribados. En nuestra cultura lo normal es gritar y celebrar después de la victoria y no antes.

¿Se Acabó Mi Vida?

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.”
Uno de los grandes desafíos por los que atraviesa la sociedad de hoy es el divorcio. Parece que ya no se ve mucho eso de “fueron felices por siempre”. Algunos datos nos dicen que en Estados Unidos se separan una de cada dos parejas; en Europa y en América Latina una de cada cuatro. Lo más triste es que esta tendencia va en aumento.
Resultado de imagen de ¿Se Acabó Mi Vida?No se trata ahora de analizar las causas del divorcio, o si es viable o no divorciarse. Mi posición es no al divorcio, hay que salvar el matrimonio, pero comprendo que hoy en día muchas personas no tienen las herramientas adecuadas, ni buscan la ayuda necesaria para poder rescatar su matrimonio del “fuego”, y terminan separados o divorciados. El matrimonio no es fácil, requiere compromiso, trabajo y dedicación diaria de los dos, no de una persona.
Muchos piensan que al divorciarse su vida se acabó, que todo se ha derrumbado y su vida nunca será igual; sí, evidentemente su vida nunca será la misma. Sin duda nadie se casa para luego divorciarse, todos soñamos con ser felices en el matrimonio; pero, muchos, al acabarse el matrimonio de sus sueños, lo que piensan es que hasta allí llega su vida y que no van a poder rehacerla. Comienzan a ver el vaso medio vacío, en vez de verlo con optimismo y pensar que ahora su vida puede ser mejor, porque ahora tienen la oportunidad de decidir cómo quieren que sea ella.

La tentación puede derivar en victoria

«Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, Él les dará también una salida».
1 Corintios 10′ 13, NVI
Resultado de imagen de La tentación puede resultar en victoriaNo debiéramos elevar nuestras peticiones a Dios con el objetivo de comprobar si Él cumplirá su palabra, sino con la certeza de que la cumplirá; ni para comprobar si nos ama, sino porque nos ama.
«Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adoras”» (Mateo 4: 8, 9).
Este fue el esfuerzo culminante de Satanás. En él desplegó todo su poder de persuasión, pero engañador. Desplegó todo su poder de convencimiento sobre Cristo, tentándolo a someter Su voluntad a la suya. Pero Cristo, en su debilidad, se aferró a Dios. La divinidad resplandeció a través de la humanidad. Cristo permaneció como el Comandante del cielo y sus palabras fueron las de uno que tenía toda la autoridad: «Vete, Satanás, porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y solo a él servirás» (Mateo 4: 10).
Satanás había puesto en duda que Jesús fuera el Hijo de Dios. Pero en las palabras de reprensión de Cristo encontró una evidencia que no pudo contradecir. La divinidad fulguró a través de la humanidad doliente, y Satanás no tuvo poder para resistir la orden. Retorciéndose de humillación e ira, se vio obligado a retirarse de la presencia del Redentor del mundo. La victoria de Cristo fue tan completa como lo había sido el fracaso de Adán.